Ala tercera va la vencida. Carlos Ticó es uno de esos empresarios a los que tanto cariño se les prodiga en la cultura anglosajona de los negocios. El es de los que tropiezan y se levantan. Tropiezan de nuevo y, sí, se vuelven a levantar. Y, sobrados de tesón, emprenden una nueva idea, esta vez con éxito. La empresa que le ha dado más alegrías es Serena Mail, que combate la plaga del spam , del correo indeseado, en las empresas.

Su producto no es un paquete de software de esos que se venden en las grandes superficies especializadas. "Nos convertimos en el servidor de correo de nuestro cliente, y solo le entregamos los emails deseados. Cuando el spam nació, las grandes empresas gestionaban el problema solas, pero cuando los spammers proliferaron se dieron cuenta de que consumían demasiados recursos en algo que no era estratégico y que, al ser tan cambiante, requería una especialización. Asimismo, se robaba un tiempo precioso al departamento de tecnologías".

La compañía, que nació en el 2001, se hace cargo de los servicios de alojamiento web y de la seguridad de grandes firmas como la cervecera Damm y los hoteles Husa. Este año se instala en Portugal, con oficina en Lisboa. Ticó prevé un aumento de la demanda, aunque admite que aún hay empresas reticentes a subcontratar la gestión del correo electrónico: "No saben que cuando envían un email ya están subcontratando servicios y no dependen de ellas mismas".

Ticó y sus ocho hermanos compartieron profesor de informática a domicilio. Así nació su interés por la disciplina, aunque su formación fue en dirección de empresas. El padre le inculcó la cultura del esfuerzo: "Mi primer coche lo pagué vendiendo endibias de la explotación familiar por los colmados".

Inició su carrera laboral como programador en Reed Elsevier, en su negocio de números 608. Trabajó para una empresa del mismo sector en Filadelfia, en EEUU. Allí vivió la emergencia de internet como tierra de promesas. En 1995 creó una firma de diseño de webs. La competencia se acentuó y fundó Pricewin Networks, una bolsa on line de componentes y accesorios informáticos: "Tuvimos a 1.200 empresas asociadas. El problema vino cuando quisimos pasar a un modelo de pago". No se rindió y creó un negocio que consistía en comprar dominios de apellidos agrupando la fuerza de compra de quienes lo compartían. "Pero llegó Nameplanet y ofreció lo mismo forma gratuita. Oí hablar del spam y aposté por la seguridad".