Pese a la crisis, pese a los hipermercados, Sebastiana se mantiene optimista y afirma que el negocio "va bien". Eso sí, echa de menos que la Administración reconozca el papel que juega este tipo de comercio en muchos pueblos como el suyo y se moje con medidas concretas que le ayuden a afrontar el futuro. Empezó de niña a trabajar en la tienda de su madre, el clásico colmado donde se vendía de todo, desde trigo hasta alpargatas. Hoy, tras cuatro décadas al frente de la tienda piensa que con su jubilación el negocio no tendrá continuidad.

--Desde que usted empezó, ¿cómo han evolucionado los productos que ofrece?

--Han ido sin duda a mejor. Ahora los productos están mejor elaborados, conservados y envasados. Se ha ganado mucho en seguridad alimentaria, es quizás lo que más se nota en una tienda de ultramarinos como esta.

--¿Y el negocio en general, es más difícil de mantener ahora o antes?

--En este momento el negocio marcha bien, aunque sí es cierto que estamos notando bastante la competencia de las grandes superficies.

--¿Cómo les ha afectado esa novedad, la apertura de hipermercados en ciudades cercanas?

--Siempre afecta, claro. La gente dispone de más vehículos, y por eso tiene más facilidad para desplazarse, pero nosotros seguimos aquí, nos mantenemos a pesar de todo.

--¿Qué cree que aportan comercios como el suyo que no pueden aportar los ´hiper´?

--Damos algo que ellos no pueden dar, trato cercano, mayor conocimiento del cliente, una confianza mutua que se va ganando con los años, con la experiencia. Todo eso es un valor que se añade y que se nota cuando falta.

--¿Cree que la Administración es consciente del papel del pequeño comercio y les trata como se merecen?

--Pienso que quizás tendría que ayudarnos algo más, valorar lo que supone este sector para muchas familias y para muchas zonas y tratar de que no desapareciera. Podría hacerse algo para ayudarnos a hacer mejoras y rebajando algunos impuestos.

--¿La crisis actual se está notando?

--Si, algo sí que se nota. La gente se lo piensa más a la hora de gastar dinero en determinados productos que antes compraban más, se dan muchas vueltas. El cliente mira mucho los precios y consume los artículos que van más baratos, sin mirar las marcas.

--En cuanto a su trayectoria en el comercio, si pudiese elegir haberse dedicado a otra cosa, ¿qué profesión habría escogido?

--Prácticamente esto es lo único que he conocido desde pequeña, y estoy muy contenta con el trabajo al que me dedico. No me planteo si hubiese elegido otro, me gusta el que hago.

--Ahora que esta cercana a jubilación de su marido y a pocos años también de la suya, ¿qué cree que ocurrirá con este negocio?

--Pues como no sea que algún familiar se decida a seguir con él, y lo veo ahora mismo difícil, no le veo otra salida que la desaparición.

--¿Recuerda algo especialmente significativo o que defina los tiempos en los que empezó a trabajar en la tienda?

--Con tantos años en esto hay muchas cosas, muchas historias. Por ejemplo, hace muchos años la gente tenía menos dinero para gastar, y la venta se hacía por unidades sueltas. Así, la gente venía por aquí y a lo mejor se llevaba un cuarto de aceite, dos huevos, cien gramos de harina y así solucionaban la compra de aquel día.