El sector del automóvil anda renqueante y ha entrado en el taller para una revisión a fondo. Como suele ser habitual, la factura será abultada con miles de despidos y recortes de producción en algunas fábricas para hacer frente al descenso de las ventas en los mercados occidentales. El último caso es el de Renault, que esta semana anunció un plan para reducir un 10% los costes que incluye la supresión de unos 5.000 empleos y la congelación de nuevas contrataciones.

La explicación del plan coincidió con el anuncio de un aumento del beneficio en el primer semestre del 36,7% al registrar unas ganancias de 1.467 millones. El presidente de Renault, Carlos Ghosn, advirtió de que las capacidades de producción que tiene el grupo no se podrán mantener "si la situación en Europa perdura", lo que fue interpretado por los analistas que participaron en un encuentro con el directivo como un aviso del cierre de fábricas. El objetivo del grupo es ahorrar 350 millones en el 2009 y 500 en el 2010.

De momento, el plan afecta de lleno a Francia. El descenso de las ventas del nuevo Laguna dejará la fábrica de Sandouville con un solo turno, lo que supondrá la eliminación de unos 1.000 empleos, según los sindicatos. En función de la evolución de las matriculaciones del Clio, también se eliminará un turno en la factoría de Flins.

En España, la compañía garantizó la permanencia de los 1.925 empleados contratados este año, la mayoría para reforzar la producción del nuevo Mégane en Palencia y para la planta de Valladolid, pero deja pendiente de decisión la incorporación de otros 2.227 trabajadores previstos para los próximos dos años. Los sindicatos y los partidos de Castilla y León se mostraron cautos respecto al impacto del plan.

También en Europa, Daimler se vio obligada a rebajar sus previsiones de beneficio bruto para el 2008 de 7.700 a 7.000 millones de euros al sufrir una caída del 29% en el primer semestre. Los 373 millones de euros de costes por la venta de la estadounidense Chrysler redujeron el beneficio neto a 2.727 millones en la primera mitad del año.

El aumento de las matriculaciones de la principal marca, Mercedes, en un 14% y las explicaciones del presidente de la compañía, Dieter Zetsche, sobre la "fortaleza de las ventas" no impidieron un fuerte recorte del 9,6% de las acciones en la Bolsa de Fráncfort.

El fabricante estadounidense Ford también se vio obligado a reaccionar después de registrar unas pérdidas de 5.520 millones de euros en el segundo trimestre de este ejercicio, frente a un beneficio de 477 millones en el mismo periodo del 2007. La compañía presidida por William Clay Ford anunció que acelerará el plan de reestructuración, que tiene como objetivo reorientar la gama de modelos hacia coches más pequeños e híbridos para hacer frente a la escalada del precio de los carburantes y al desplome de sus ventas del 28% en el mercado estadounidense.

Al mismo tiempo, ofrece bajas incentivadas a los empleados y pretende reducir los costes salariales un 15% a partir de agosto y ahorrar 3.184 millones de euros en gastos estructurales. "Ford se convertirá en una compañía más pequeña con un sistema de producción más flexible", afirmó Mark Fields, el máximo responsable de la firma en Estados Unidos. Los inversores dieron más importancia a las pérdidas que a las promesas, lo que causó una caída de los títulos del 11%.