A pesar de haber cumplido 47 años su rostro sigue siendo el mismo que el de aquel eterno adolescente que conquistó el público con la película Regreso al futuro . El actor canadiense Michael J. Fox presentó ayer su segundo libro, Always looking up, the adventures of an incurable optimist (Mirando siempre hacia delante, las aventuras de un eterno optimista ).

En esta obra el intérprete relata que, tras serle diagnosticada la enfermedad de párkinson hace 18 años, su perspectiva sobre temas como, entre otros, el trabajo, la familia y la fe, cambió radicalmente. Fox explicó: "Tuve que construirme una nueva vida cuando estaba muy feliz con la antigua" y confesó que, gracias a su incansable optimismo, ha logrado transformar los retos que se le presentan en nuevas oportunidades.

El inicio del relato de Always looking up empieza en el 2000 cuando el actor, debido a los temblores provocados por su enfermedad, tuvo que abandonar el reparto de la exitosa serie de televisión Spin City . Entonces fue cuando empezó a dedicarse a su organización Michael J. Fox Foundation for párkinson´s research, que ya ha repartido más de 100 millones de euros entre diferentes centros de investigación para esta dolencia. En referencia a esto, Fox declaró: "Tiene ironía, a la vez que el párkinson me arrebató mi antigua carrera se convirtió en una nueva".

Estos días, el famoso intérprete fue el invitado de los programas de televisión con mayor audiencia en EEUU, entre ellos el de la presentadora Oprah Winfrey, un icono para los afroamericanos. En este talk show fue donde el actor de Teen Wolf lució su gran sentido del humor ya que, tras declarar: "No quiero que me definan por mi enfermedad, sino que soy un padre, un esposo o un activista", se subió a un monopatín para demostrar que conservaba toda su movilidad. Y, al preguntarle Winfrey que era lo peor de padecer párkinson, Fox, un ejemplo de superación y lucha contra la enfermedad, ironizó: "Lo único que tiene de bueno es que tardó menos en cepillarme los dientes".