George Bush ha iniciado otra guerra. No es como la de Irak, pero será igual de impopular. Esta vez su objetivo son las hawaianas, esas sencillas chanclas de playa que en EEUU conocen por el onomatopéyico nombre de Flip-Flops y que son el calzado del verano, por mucho que aprieten los zuecos Crocs. Y es que los empleados de la Casa Blanca han recibido un e-mail con una orden tajante: no más hawaianas en el trabajo. Que esto es la Casa Blanca, por Dios.

El correo es muy claro: "Independientemente de las condiciones climatológicas" (aunque el calor y la humedad te asfixien), está prohibido acudir a la Casa Blanca con tejanos, bambas, shorts, minifaldas, camisetas, camisetas sin mangas, tops y, sobre todo, hawaianas. En las puertas de acceso de la prensa y de los empleados, un cartel recuerda que quienes no respeten este código no tendrán acceso al ala oeste de la Casa Blanca.

Puede que las involuntarias responsables de este furor por la elegancia sean las campeonas de lacrosse de la Universidad de Northwestern, que visitaron la Casa Blanca y se fotografiaron con Bush. De vuelta a casa, se encontraron con indignados comentarios de familiares y ácidas columnas que las criticaban por haberse ido de recepción presidencial calzadas con hawaianas.

Lo que hicieron las ases del lacrosse no es excepcional, así que uno se asusta al pensar cómo debían de ir vestidos los empleados de la Casa Blanca. Probablemente, como la mayoría de gente durante el verano en el país: trajes con hawaianas, vestidos con hawaianas, pantalones cortos con hawaianas.

Cualquier combinación, por extraña que parezca, es buena siempre que los pies vayan calzados con hawaianas, independientemente de si se está en la oficina, una terraza o un curso de verano. "Este es el periodo en el que tenemos que convencer a los trabajadores jóvenes de que, a no ser que trabajen como salvavidas o en gimnasios, las hawaianas, simplemente, no son adecuadas para el trabajo", escribió una columnista de The Washington Post, ante tanta degeneración estética.

CAUSA PERDIDA La guerra contra las hawaianas es una causa perdida. Las hay de todos los precios, desde menos de un euro hasta unas de oro y diamantes de 12.000 euros. Entre medio, toda la gama imaginable de materiales y colores. Las llevan sobre todo chicas jóvenes, pero su hechizo es universal, y los chicos, la mediana y la tercera edad se rinden a su comodidad.

Otra guerra perdida, pues, para Bush. Y como es quien es, ya hay mentes malvadas que creen encontrar motivos ocultos en su cruzada antihawaianas. ¿No fue a Bush a quien se le vio luciendo unas Crocs con calcetines? Los demócratas ya tardan en convocar una comisión de investigación en el Congreso.