Una figura enigmática como la de Michael Jackson posiblemente nunca se acabe de descifrar, pero un libro que recoge sus confidencias lo intenta. Confesiones de Michael Jackson es una obra del reconocido rabino Shmuley Boteach, que entre el 2000 y el 2001 mantuvo 30 horas de diálogo con el rey del pop, en el que el cantante habló de todo: el miedo a hacerse mayor, su desconfianza hacia las mujeres, el temor que le daba su padre y su relación con Elizabeth Taylor, Madonna y Cindy Crawford.

Shmuley Boteach habla siempre de Jackson con un tono respetuoso, pero a la vez, profético. Muestra el miedo que tuvo desde que lo conoció de que acabase mal por el uso que hacía de las drogas. Recuerda que había noches que le llamaba y le decía balbuceando: "Te quiero". El rabino aclara dos de los puntos más discutidos sobre el cantante: si era homosexual y si era pederasta. En ambos casos la respuesta es negativa. Y con pruebas. Por ejemplo, rememora cuando le pidió una cita con la periodista Katie Couric.

AMORIO CON MADONNA Sobre Madonna, de quien dijo que era una bruja, Jackson recapitula la relación que tuvo con ella: "Su amor por mí era sincero, pero yo no estaba enamorado de ella". Y parece que también le gustó a Cindy Crawford, quien le persiguió en una gala para conocerle. "¿Crees que tenía algún tipo de interés sentimental?", pregunta Boteach. "Igual un poco", responde el cantante. Su desconfianza hacia las mujeres queda clara cuando se le pregunta sobre la separación de los Jackson 5. "Creo que fue cosa de las esposas, ellas fueron las instigadoras .... El caso de los Beatles fue algo parecido", decía el cantante.

Pero tiene buenos recuerdos de Brooke Shields ("fue uno de mis grandes amores") y Lady Di. "Era una mujer que me gustaba mucho". Porque era "muy femenina", "especial" y "con clase". "¿Alguna vez pensaste en pedirle una cita?", le preguntó el rabino. "¡Claro!", dijo Jackson. Pero nunca se atrevió por timidez e inocencia, algo que truncó la relación con Tatum O´Neal.

LADO INOCENTE Jackson tuvo una buena relación con personas que desde pequeñas fueron estrellas. "Hay amigos en los que puedo confiar. Elizabeth Taylor o Mac Macaulay Culkin, Shirley Temple... Gente que siempre ha estado ahí". Pero cuenta con pocas amistades más. "Solía ir por la calle buscando un amigo", relata. Le gustaba jugar al escondite, las guerras de globos de agua y coleccionar dibujos animados ("Ahora yo tengo más que Paul McCartney"). El famoso cantante mostraba su inocencia cuando hablaba de una promesa que le hizo su padre. "Me convenció de que firmara un contrato cuando tenía 18 años con la promesa de que me llevaría a cenar con Fred Astaire". Nunca la cumplió.

El libro refleja a un Joe Jackson oscuro. "Nunca sentí que me quería". "Llevaba mucha amargura dentro". "Nos pegaba con tal violencia". Y el episodio más cruento llegó cuando el padre le dijo a los hijos: "Si alguna vez dejáis de cantar, conmigo no contéis para nada, no quiero saber nada de vosotros". Incluso llamaba a Michael feo, algo que le marcó. "Soy como un lagarto", aseguró el rey del pop tras ver una foto suya. Una inseguridad que siempre le marcó, pese a describirse como un león al que nadie puede herir. Dos caras de la moneda de un artista tan discutible como admirable.