Más que un atrevimiento, lo que quería demostrar el crítico de vinos estadounidense Robin Goldstein es la falta de rigor de las guías gastronómicas al otorgar sus puntuaciones. Goldstein se inventó un restaurante, con su correspondiente menú y su carta de vinos, y la prestigiosa revista Wine Spectator lo distinguió con la excelencia. Un honor, dice la publicación, "para la lista que ofrece una selección acertada de productores vinícolas de calidad, con una correspondencia temática con el menú, tanto en el precio como en el estilo".

Según el crítico, la fonda L´Intrepido, situada en Milán, presentaba en su menú de 17 platos "una divertida amalgama de torpes aproximaciones a las recetas de la nueva cocina italiana" creados por el falso chef Paolo Gaggini, y una carta con 250 vinos seleccionados por un inventado sumiller, Augusto Crazia. Para dar más credibilidad a la existencia del restaurante, Goldstein creó una web, aportó un número de teléfono y remitió una factura de 170 euros. Todo ello quedó registrado en la solicitud para acceder al premio de la revista. Y el engaño quedó impreso en el número de agosto, así como en la web, de donde, lógicamente, ya ha desaparecido toda referencia a la falsa fonda L´Intrepido.

´WINE SPECTATOR´ REPLICA Conocedores del fraude, después de que Goldstein lo desvelase en una convención gastronómica en Oregón (EEUU), los portavoces de Wine Spectator defendieron su buen hacer en base al protocolo que siguieron para verificar la solicitud. Llamaron al teléfono facilitado y un contestador aseguraba que el restaurante estaba cerrado. La respuesta fue siempre la misma, aunque no levantó sospechas, ya que una búsqueda en Google localizó el establecimiento y su dirección en un mapa de Milán, y recibieron un correo del restaurante con un enlace en el que podía leerse el menú. Pero el engaño de Goldstein iba más allá todavía, y redactó en un afamado blog gastronómico las impresiones de unos comensales tan ficticios como el galardón.

El engaño estaba servido y digerido, pero la inconsistencia de las clasificaciones de la revista quedaron más en entredicho, ya que algunos de los vinos puntuados favorablemente por la revista habían recibido en otras ocasiones pésimas calificaciones. El atrevimiento de Goldstein no es filantrópico. Lo contará todo próximamente en un libro.