Mezclar ángeles y demonios puede tener indeseables consecuencias, como ha podido comprobar Pablo de Grecia. El sobrino de la reina Sofía tuvo que intervenir cuando dos de sus egregios invitados perdieron las formas y acabaron a tortas.

Pablo cumplía 40 años y quiso celebrarlo el pasado fin de semana con un baile de disfraces, en el que los participantes debían elegir entre el cielo y el infierno. Realeza y celebridades acudieron a la cita en la mansión londinense valorada en 20 millones de euros, que el hijo de Constantino, el rey depuesto de Grecia, comparte con su esposa, MarieChantal Miller. Entre los presentes se hallaba la infanta Cristina, angelical por supuesto, acompañada de su marido Iñaki Urdangarín, de sobrio chaqué, al igual que Jaime de Marichalar, junto a la infanta Elena, vestida con un incendiario traje rojo.

MARIDO CELOSO Uno de los diablos de la velada, lord Freddie Windsor, el hijo de los príncipes de Kent, acudió con sus padres y su hermana lady Gabriella, pero pronto trató de intimar con alguna de las invitadas. Eso al menos fue lo que creyó ver el esposo ya maduro y bastante borracho de la dama, al que fuera de sí se oyó gritar pasada la medianoche: "Ese bastardo le ha puesto las manos encima a mi mujer". Según contó un testigo presencial al Daily Mail, tras el grito del celoso marido griego se produjo una trifulca en las escaleras de la vivienda. El príncipe Pablo tuvo que intervenir para separar a los contendientes, mientras los walkie-talkies de los servicios de seguridad avisaban de "problemas en el interior".

Minutos más tarde, Freddie dejaba la casa con un rasguño en la nariz. Sus portavoces negaron horas después que la señal tuviera que ver con una pelea. "Puso demasiado energía en un baile", dijeron a modo de excusa. En la fiesta también estuvieron presentes los príncipes herederos de Noruega, Haakon y Mette-Marit, Liz Hurley y su marido Arun Nayar, el diseñador Valentino y Naomi Campbell.