El interés por Paris Hilton --condenada a pasar 45 días en prisión por violar la suspensión de su carnet tras haber conducido bebida-- supera tabloides y blogs y llega a la calle.

El caso ha vuelto a provocar la extraña dualidad que suele acompañar a la información de famosos que lo son por serlo. En diarios como Los Angeles Times queda constancia detallada de cada nuevo acontecimiento en el caso, hay entrevistas con el juez Michael Sauer y opiniones de abogados y expertos. A la vez tienen espacio piezas de opinión criticando la cobertura mediática.

La condena ha servido para alimentar informaciones ligeras (las que suelen vincularse a la heredera) y lo ratifica la ingente publicidad mediática de las peticiones al gobernador Arnold Schwarzenegger para que exonere a Hilton o mantenga la pena de cárcel (los primeros llevaban ayer recopiladas en la red 26.000 firmas; los segundos, 63.000).

Pero el caso también está siendo útil para plantear otras cuestiones. Mientras en casas de apuestas se juega a adivinar cuántos días pasará Hilton en la cárcel, el Departamento del sheriff del condado de Los Angeles ha explicado que la condena real puede ser menor de 45 días y no será por un trato de favor sino por la acuciante superpoblación de las cárceles.

El caso también sirve para recordar los riesgos de la conducción bajo los efectos de sustancias como el alcohol y las drogas. Y Daniel Edwards, el artista de la escultura La autopsia de Paris Hilton , ha convertido su obra en una campaña contra la conducción temeraria. Su galería mantiene un concurso retando a los adolescentes a escribir un obituario para Hilton y reflexionar sobre cómo y por qué quieren ser recordados. I. N.