Cuando el otoño pasado ingresó de urgencias en un hospital de Manhattan nada hacía presagiar que lo peor todavía estaba por llegar. Tres semanas más tarde Dennis Hopper anunció públicamente que le habían diagnosticado un cáncer de próstata y que la enfermedad estaba ya en estado muy avanzado. Siete meses después, recién cumplidos los 74 años, su vida se apagó ayer para siempre en su mansión de Venice, a las afueras de Los Angeles, rodeado de familiares y amigos.

Con medio centenar películas en su haber, Hopper era un clásico en Hollywood. Alumno del afamado Actors Studio, su primera incursión en la gran pantalla fue en 1955 en Rebelde sin causa, que le permitió codearse con estrellas de entonces como James Dean. Un año más tarde George Stevens le dio otra oportunidad en Gigante, junto a Rock Hudson y Elizabeth Taylor, y en 1957 también apareció en los créditos de otro clásico, Duelo de titanes, al lado de Burt Lancaster y Kirk Douglas.

Pero su gran momento, y por el que sería recordado siempre, le llegó 10 años más tarde con Easy Rider, en la que no solo debutó como director sino que se puso en la piel de Billy, uno de los protagonistas al lado de Peter Fonda y Jack Nicholson, y además fue uno de los guionistas. El resultado fue una de las mejores cintas del género road movie y un icono del movimiento de la contracultura de los 60.

Una década más tarde y ya consagrado como uno de los actores más versátiles de Hollywood, se puso a las órdenes de Francis Ford Coppola en Apocalipsis Now, y repitió cuatro años después en La ley de la calle. Su carrera sufrió altibajos por sus problemas con el alcohol y las drogas y su fama de chico malo, y uno de sus regresos triunfales fue a mediados de los 80, con actuaciones memorables como en Terciopelo azul, de David Lynch.

INFIERNO DE DROGAS No hace muchos años, el actor reconoció en una entrevista a Entertainment Weekly que en los peores momentos de su paso por el infierno de las drogas llegó a consumir más de un litro y medio de ron, 28 cervezas y tres gramos de cocaína diarios. "Y eso no me colocaba, era solo para seguir adelante", recordaba el artista de sus años oscuros vividos con desenfreno en Cuernavaca (México). "Terminé caminando por la selva desnudo y en mitad de la noche", comentaba.

Su última aparición en público fue a finales de marzo. Había perdido 45 kilos en solo unos meses y era incapaz de mantener conversaciones largas, pero Hopper no estaba dispuesto a perderse el homenaje de sus compañeros al descubrir su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, acompañado de su hija pequeña de 7 años. Pero en los últimos compases de su vida su nombre también fue portada de las revistas por el sonado divorcio de su quinta mujer.