Profesional, listo, inteligente, guapo, seguro del terreno que pisa y de que la veteranía no le jugará una mala pasada, es decir, que nadie le arrancará una palabra que él no quiera pronunciar. El actor Denzel Washington (Mount Vernon, Nueva York, 1954) desplegó ayer sus cualidades en su primera visita a España por trabajo. Madrid fue la primera escala de la promoción de Asalto al tren Pelham 123, filme en el que mantiene un duelo interpretativo con John Travolta, con el que también rivaliza en kilos. En ello coinciden con los otros dos veteranos actores del reparto, John Turturro y James Gandolfini.

"A determinada edad es fácil coger peso", comentó entre sonrisas el actor, que ha perdido gran parte de los michelines que cogió para interpretar al controlador del metro de Nueva York que se tiene que enfrentar con un exigente delincuente (Travolta). "Me pareció que iba mejor con un personaje que ya tiene una edad, que añora los años en que fue sexy y que luce pendiente en la oreja", explica.

HERMETISMO Más prudente, hasta rayar en la mudez se pone cuando se le pregunta por la posibilidad de encarnar a Barack Obama en el cine. En algunos medios se cuenta que ha rechazado la propuesta, pero ante un grupo de periodistas ayer no dijo ni mu. Sí elogió la gestión del primer presidente negro de EEUU: "Le di mi apoyo económico y mi mujer estuvo más implicada en su campaña. Tuve el honor de abrir la ceremonia de su juramento. Después, me invitó a jugar al baloncesto en la Casa Blanca pero no he ido aún. ¡Todo el mundo quiere ir a verle!", exclama. El actor reconoce el "talento" de Pau Gasol, a quien compara con "una gacela".

Con dos Oscar, por Tiempos de gloria y Training day, a Washington lo que realmente le interesa es obtener uno como director. Ya piensa en su tercera película detrás de la cámara, de la que tampoco suelta prenda.

En Asalto al tren Pelham 123, es la cuarta vez que trabaja a las órdenes de Tony Scott, las mismas que con Spike Lee o Jonathan Demme. Con casi 40 películas, el protagonista de Malcolm X lamenta la presión que las empresas propietarias de los estudios de Hollywood ejercen: "Ellos quieren un gran rendimiento para sus accionistas. Tras entrar en bolsa hay más presión por ganar dinero. Y eso afecta al material que te llega. También eso ha pasado con la prensa".