Clarence House, la oficina del príncipe de Gales, invitó la pasada semana a los periodistas a viajar al reino africano de Lesoto. Allí el príncipe Enrique fue filmado y fotografiado empujando una carretilla, jugando al fútbol y haciendo cucamonas a unos niños muy simpáticos. El hijo de Carlos de Inglaterra estaba con el pico y la pala, construyendo un orfanato. El mundo fue informado. Unas horas más tarde, su hermano Guillermo, asistido por un cortejo de cámaras y reporteros, mostraba sus dotes de mando con la Royal Navy en una emergencia ficticia en la isla caribeña de Montserrat. El subteniente había participado ya en otra jaleada operación contra el narcotráfico, requisando un alijo de cocaína. Nadie ha olvidado tampoco la estancia de su hermano en Afganistán, mantenida en secreto por la prensa a cambio de entrevistas con el joven luchando contra los talibanes. La BBC colaboró con el mismo entusiasmo que los demás en la puesta en escena. El resultado de este despliegue ha sido asombroso.

LAVADO DE IMAGEN Guillermo y Enrique van camino de transformarse de "playboys reales a héroes de los tabloides, una mezcla de James Bond y Bob Geldof", según The Guardian. Una campaña perfilada para reparar le imagen de un Enrique borracho y bronquista, que avergonzó al país vistiéndose de nazi. O la de un Guillermo ocioso e indisciplinado, gastando una fortuna en Boujis y Mahiki, discotecas donde ve las luces del alba. Los dos hermanos detestan a los periodistas, pero alguien les ha convencido de que es mejor colaborar con ellos.

"Clarence House ha reconocido que quizás es más productivo admitir que la prensa tiene un trabajo que hacer, que el público quiere saber cosas y que es mejor trabajar en un espíritu de cooperación que de conflicto", ha comentado Bob Satchwel, el director de la Sociedad de Editores, que negoció la estancia de Enrique en Afganistán.

Un equipo de expertos en relaciones públicas prepara el terreno para una nueva etapa en la vida de los nietos de Isabel II. Guillermo, que acaba de cumplir 26 años, concluirá pronto su formación militar. A partir de enero deberá asumir más tareas oficiales. Las cámaras le seguirán a todas partes y el interés del público se disparará con el anuncio del compromiso, quizás en febrero, entre el futuro rey y Kate Middleton. La pareja puede ser la mejor baza para renovar el entusiasmo popular por la monarquía, si todos juegan bien sus cartas. A cargo del engranaje publicitario está Paddy Haverson, experiodista del Financial Times y exdirector de comunicaciones del Manchester United. A su equipo se sumarán en septiembre el consultor Geoffrey Matthews, que organizó el concierto en honor a Diana, y Miguel Head, que trabajaba en el gabinete de prensa del Ministerio de Defensa y se lleva muy bien con Enrique.