Nadie será procesado por la muerte de dos aves rapaces protegidas y en peligro de extinción, abatidas en la finca real de Sandringham, ya que han desaparecido. Sin pruebas, nadie pagará por un delito penado con seis meses de cárcel o 7.500 euros. El príncipe Enrique, un amigo y un guardián de la finca real, se encontraban cazando patos y perdices, en el momento en el que sucedió el incidente.