Entre olés y palmas siguiendo el compás, Michelle Obama se reveló ayer una auténtica devota de España. Como cualquier turista, aunque con más medidas de seguridad, realizó la típica visita a la ciudad de Granada en la que no faltaron la parada en la Catedral, la Alhambra ni la visita a un tablao flamenco, donde se animó incluso a dar unos pasos de baile junto a su hija pequeña, Sasha. Su paso por la ciudad duró siete horas.

Como ya ocurrió el día antes en Marbella, la visita de las Obama alteró la tranquilidad del centro de Granada. No se hablaba de otra cosa. Cientos de curiosos se agolparon desde primera hora de la mañana en el entorno de la Capilla Real para intentar ver de cerca a la primera dama estadounidense. Pensaban que iba a ser fácil, y que incluso recogería la botella de vino que portaban dos mujeres vestidas de gitana que hacían publicidad de una tienda de trajes regionales. Móviles, cámaras, cualquier cosa valía para inmortalizar el momento histórico. Algunos turistas aguardaban incluso haciendo dibujos del tumulto que generó la visita de la esposa de Barack Obama. Otros aprovechaban el papel para escribir mensajes de bienvenida y cariño a Michelle en un chapucero inglés.

Pero los servicios secretos no dieron opción de acercarse a nadie, siguiendo las estrictas indicaciones de la Casa Blanca. Michelle y su hija Sasha, que llegaron en una caravana de coches y no en helicóptero como se creía, tomaron primero un helado --de trufa, chocolate y giandulla ella, y de chocolate y stracciatella en el caso de la pequeña-- en una heladería de renombre antes de sumergirse en la historia de los Reyes Católicos que impregna todos los rincones de la Catedral.

PRINCIPAL VIA CERRADA Tras poco más de media hora, en la que la principal vía de acceso al centro de la ciudad permaneció cerrada al tráfico de coches y personas, la comitiva de la familia presidencial inició la parte más lúdica de la visita.

Los impresionantes vehículos todoterreno blindados saltaban entre los adoquines de las calles que conducen al Sacromonte, el barrio gitano por excelencia, que ayer se presentaba completamente desierto a primera hora de la tarde merced a los intensos controles policiales. El destino de la comitiva de la primera dama estadounidense era La Cueva de la Rocío, un local típico para turistas donde se les da un cursillo acelerado sobre el mundo del flamenco. Ante semejante invitada, el ayuntamiento quiso que fuera una de las familias de más renombre, los Maya, la que instruyera a las Obama en tales artes. Juan Andrés Maya, acompañado al cante por Curro Albaicín, estuvo cerca de una hora bailando soleás, rumbas y las Bodas Flamencas de Lorca, un avance del espectáculo que el bailaor presentará en el próximo mes de octubre en Sevilla.

DANDO PALMAS AL COMPAS La primera dama estadounidense se mostró encantada con la experiencia flamenca. "Siguió el compás con las palmas y varios olés", explicaba luego el artista, quien destacó que "tan cómoda estaba que se lanzó incluso a dar unos pasos de baile moviendo la cadera, al igual que su hija". "Tiene mucho ritmo", señaló otra de las integrantes del cuadro flamenco, La Porruna, mientras los bailaores más jóvenes mostraban las sillas donde se habían sentado tan ilustres invitadas. "Hay que ponerles una placa de recuerdo de este día", comentaron.

El momento más emotivo, según explicó el bailaor, se vivió cuando el grupo entonó el Cumpleaños feliz a una de las amigas de la hija de los Obama, primero en inglés y luego en castellano. Las pequeñas recibieron como regalo unos abanicos, mientras que el cuadro flamenco ofreció a Michelle una mantilla. Dos regalos con denominación de origen.

Como alternativa a la vista del atardecer en el mirador de San Nicolás, "el más bello del mundo" según describió el expresidente de EEUU Bill Clinton tras su visita a Granada en 1997, las Obama prefirieron descansar y cenar en el Parador de San Francisco antes de realizar una visita privada a la Alhambra --con monitores especializados para la decena de niños que acompañan a Sasha--, en la que prohibieron expresamente la presencia de la prensa tanto a la entrada como a la salida del último bastión musulmán en España.

SUVENIRS DE RECUERDO La alergia a cualquier presencia ajena a la comitiva presidencial llevó incluso a solicitar que se marcharan el consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Paulino Plata, y la directora del recinto, Mar Villafranca. Al concluir la visita, la primera dama pasó por la tienda de suvenirs de la Alhambra para adquirir algún recuerdo del monumento, además de los libros de historia y fotografía y el catálogo de la Alhambra que le regalaron desde la dirección. En cambio, Michelle, que también se interesó por los jabones hechos con esencia de arrayán (el arbusto del palacio nazarí), rechazó los pañuelos y colonias que le brindaron porque "no tiene costumbre de aceptar este tipo de presentes".