Meghan Markle voló de Londres a Canadá en las horas posteriores a que el príncipe y ella sorprendieran al mundo al renunciar a su vida de palacio y anunciar que vivirán gran parte del año en América del Norte, dejando tras de sí a la familia real británica sumida en una de sus peores crisis en décadas.

Los rumores apuntan a que Archie, de 8 meses, ni siquiera retornó de aquel país, donde sus padres pasaron las vacaciones navideñas. Ha quedado claro así que esa estancia de seis semanas formaba parte de un plan de huida cuidadosamente preparado por los duques de Sussex desde hacía meses.

PLAN DE TRABAJO / La reina, que sigue en Sandringham, el príncipe de Gales y el príncipe Guillermo han dado órdenes a sus consejeros de trabajar en un plan entre el Reino Unido y Canadá, para establecer cómo gestionar los nuevos roles que se adapten a las aspiraciones de Enrique y Meghan. La urgencia es máxima y la orden desde la más alta jerarquía, en este caso Isabel II, es que el plan debe estar listo, «en días, no en semanas».

El ambiente no está para fiestas. La celebración del 38º cumpleaños de Kate Middleton quedó eclipsada por lo que la prensa británica ha bautizado como Megxit.

Enrique y Meghan anunciaron su separación de la familia real sin haber advertido previamente a ninguno de sus miembros. Solo 10 minutos antes de que se hiciera público el comunicado, enviaron un correo electrónico al príncipe Carlos y a Guillermo, pero sin ser advertidos telefónicamente de ello, así que se cree que no lo vieron.

También se ha sabido que antes de Navidad Enrique había iniciado conversaciones con su padre sobre su idea de pasar más tiempo en Estados Unidos y Canadá. También había pedido ver a la reina, pero la soberana prefirió que su nieto hablase antes con su padre. Este le habría pedido más tiempo para poder estudiar todas las complejas implicaciones que una decisión de este calado conllevaba.

Sin embargo, la pareja no esperó y si bien todos están furiosos con el comportamiento y la determinación del matrimonio, al mismo tiempo desean solucionar la situación lo más rápidamente posible, algo que no va a ser fácil.

La opinión pública, y por supuesto la prensa, mirarán con lupa quién paga qué a partir de ahora. Los medios británicos valoran la fortuna personal del matrimonio en 37 millones de libras (43,5 millones de euros).

Mirando hacia el futuro y con su plan de escapada ya en mente, Enrique y Meghan crearon el pasado mes de junio una fundación a su nombre, e iniciaron la tramitación de los derechos intelectuales de la marca Sussex Royal, para comercializar tejanos, sudaderas, objetos de papelería, libros... y para llevar a cabo campañas de otro tipo.

Cualquier incursión en el terreno comercial de los miembros de la familia real es peligrosa. Las experiencias en el pasado -como las emprendidas por el príncipe Andrés, también ahora en desgracia- acabaron mal.

EL TRAUMA CON LA PRENSA / Un último obstáculo de gran calibre es la pésima relación de Enrique con la prensa. El trauma se remonta a la muerte de su madre, la princesa Diana. Con el tiempo esa relación no ha hecho más que empeorar. Los duques también han anunciado inesperadamente su decisión de romper con el grupo de periodistas autorizados por el palacio de Buckingham, conocido como la rota real. Normalmente, los representantes de los principales medios viajan en grupo con los miembros de la familia real. Y la pareja tampoco quiere esto.

En su comunicado, el matrimonio alega que hay una «falsa creencia» de que este grupo de corresponsales reales son una fuente fiable de información, pero, «frecuentemente» no es así. A partir de ahora, ellos quieren preservar su propia imagen y elegir a los medios que desean atender, al estilo de los famosos de la música o de las estrellas de Hollywood.