El G-9 de la cocina --ocho de los mejores chefs del planeta, liderados por Ferran Adrià-- tuvieron ayer su primera reunión en el palacio de Ayete, en San Sebastián, donde Franco pasaba los veranos comiendo tortilla de patatas. Aunque vestían de blanco, no se les apareció el fantasma del dictador, así que pudieron constituirse en paz como Consejo Asesor Internacional del Basque Culinary Center, la primera facultad española de ciencias gastronómicas que comenzará a impartir docencia en septiembre del 2011.

La nómina de cracks es indiscutible: además de Adrià, el danés René Redzepi --el nuevo mejor chef del mundo, de vacaciones durante tres meses para intentar asimilar la estresante situación--, el británico Heston Blumenthal, el francés Michel Bras, el brasileño Alex Atala, el peruano Gastón Acurio --un dios con mandil en su país--, el italiano Massimo Bottura, el norteamericano Dan Barber y el japonés Yukio Hattori.

UTIL Y RESOLUTIVA La ONU de la alta cocina, pero en versión útil y resolutiva. Si se encajaban las piezas del puzle se revelaba el retrato de la cocina tecnoemocional. Anunció Adrià que "querían fichar a un árabe y a un africano" para completar la baraja global. Había más kilómetros en torno a aquella mesa que los que ha hecho Fernando Alonso a lo largo de esta temporada.

Invitados por Joxe Mari Aizega, director del Basque y vicerrector de la Universidad de Mondragón, de la que depende el centro, visitaron a primera hora la obra en el parque de Miramón, donde alzan el edificio de cinco plantas en forma de platos amontonados que costará 18 millones de euros, "llave en mano", según Acurio. Todos ellos con cascos y chalecos fosforitos, los pies en el barro y con los ladrillos silbando a su alrededor, recobraron la apostura poco después sentados en una de las salas del palacio de Ayete.

El director Aizega, rara mezcla de visionario y ejecutivo, les puso al corriente de los avances y se sometió al juicio. Si convocas al G-9, y además gratis, pues no cobra ninguno de ellos, es para aprovecharte. "Es un honor y una responsabilidad. Necesito saber opiniones, enfoques, objetivos... Es un asesoramiento estratégico", explicó. Adrià se refirió a la Fundación Alicia --en la que el Basque se inspira-- para reclamar "especialización, y no dispersión". Redzepi quiso saber qué clase de alumnos recibiría, si solo culinarios o cabían también "los filósofos".

Sin dejar a Kant, que comía mal, Atala reclamó a filósofos y antropólogos entre el profesorado. Barber, con gorra de tractorista, preguntó cómo encajaba la agricultura. Bras exigió no hacer algo "superfluo, sino llegar al fondo". Acurio citó a Adrià para que conocimiento y sociedad fueran de la mano, limpia y sin guantes: "No cocinamos para ricos. Tenemos que buscar el compromiso social. Si esto solo es cocina, crearemos monstruos perfectos, pero sin valor".

Ya por la tarde, tras un nuevo debate, Blumenthal voló a Londres y Bottura a Bolonia. Hombres ocupados y con la agenda de Barack Obama, pero sin la amenaza republicana. Solamente tipos como Bill Clinton saben a cuánto le hubiera salido la hora al director Aizega en el caso de haberles pagado.