¿De dónde salen esas mujeres jóvenes, casi adolescentes, para ser sacrificadas ante el Dragón?", se preguntó hace dos años, indignada, Verónica Lario, hoy exesposa de Silvio Berlusconi. La pregunta quizá no tenga respuesta aún, pero sigue siendo procedente. Porque si algo ha marcado el último mandato del primer ministro italiano son los escándalos que han involucrado a mujeres de distintas edades, nacionalidades, niveles culturales y extracciones sociales.

Bellas, jóvenes y con algo más en común: están dispuestas a todo por la fama y la ambición. Desde Nicole Minetti, la higienista dental reconvertida en consejera regional, a Noemí Letizia, hija de papá que quiere salir en la tele. O Ruby Robacorazones, inmigrante marroquí en busca de fortuna que está en el centro de la investigación de la Fiscalía de Milán por haber participado a fiestas del primer ministro siendo menor.

Y todas ellas, claro está, involucradas en tramas oscuras, mensajes ambiguos, chantajes, trampas, vendettas, episodios dignos de una novela de Pierpaolo Pasolini. En clave moderna, eso sí. Así lo demuestran los numerosos programas de televisión (muchos de ellos, del imperio mediático de Il Cavaliere) que estos días emiten entrevistas a chicas del harén de Berlusconi que ahora niegan y desmienten lo que dijeron.

Tal vez sea una técnica bien estudiada que, hasta antes de este último escándalo, al primer ministro le ha funcionado. Lo decían los datos sobre su popularidad, siempre alta, aunque hoy basta con entrar en un café de Roma para saber qué opinan muchos italianos sobre las aventuras femeninas de Berlusconi, de 74 años. La popularidad y en encantamiento empiezan a agrietarse.