La alta cocina no gana para sobresaltos. Aún está tibia la decisión del francés Marc Veyrat de devolver las tres estrellas Michelin que le quedaban, cuando los gurmets ingleses se desayunaron con una noticia indigesta: Heston Blumenthal, uno de los chefs más célebres del planeta, estrella de la TV británica, había cerrado The Fat Duck, en Bray, cerca de Londres, después de que una cuarentena de clientes telefonearan quejándose de vómitos y diarreas. Tras horas de incertidumbre, Heston explicó ayer a este diario que The Fat Duck abrirá "muy pronto", probablemente el día 4, y que, según las autoridades, todos los tests de control "han dado negativo".

Heston, de 42 años, tomó el martes la dramática decisión de poner el candado en la puerta de The Fat Duck mientras participaba en Deauville (Francia) en el Omnivore Food Festival. Pocos cocineros pueden abrir la chaquetilla, sacar pecho y decir que se han librado de las intoxicaciones: un marisco puede desbaratar al estómago más blindado.

El chef británico ignora cuál fue la causa de la dolencia de los clientes, si externa o interna, pero después de que entre 30 y 40 comensales se quejasen, actuó de manera radical. Lo más llamativo es el cerrojazo voluntario: esta semana de inactividad le ha costado más de 100.000 euros, en una rápida multiplicación.

"Mi principal preocupación son los clientes y por este motivo hemos cerrado y hemos invitado a los inspectores de salud a entrar en nuestras instalaciones", explicó ayer por la tarde desde Bray a este diario.

Considerado el segundo mejor cocinero del mundo por el jurado de la revista Restaurant Magazine y con tres estrellas Michelin desde el 2004, Heston es un chef-investigador que colabora con varias universidades. Consecuencia de ese vínculo con la ciencia han nacido platos como el Sonido del Mar, experiencia acústico-gastronómica convertida en icono de la nueva cocina.

Es un hombre obsesionado con la higiene que tiene contratada una agencia especializada: "Las pruebas han dado negativo, incluyendo las muestras que se han tomado de los empleados, los clientes y el menú. Es muy extraño. Hace cuatro o cinco años contratamos los servicios de una consultoría en temas de higiene y regularmente mandamos muestras a analizar porque sabemos que pueden darse errores en la cadena de suministros".

El cocinero insistía en lo beligerante que es en la lucha contra las bacterias: "Todos nuestros sistemas son comprobados y están sometidos a control. Hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos y nunca me había encontrado con algo así antes. Esperamos abrir muy pronto pero no hasta que esté completamente seguro de que, cualquiera que sea el problema, haya sido erradicado". Calcula que el miércoles podrá recibir de nuevo a los clientes.