En vida Michael Jackson fue un puzzle indescifrable, un personaje iluminado por la fama pero separado del mundo exterior y del común de los mortales por un laberinto difícil de recorrer. Esta noche, cuando más de dos meses después de su muerte sea enterrado en el exclusivo cementerio Forest Lawn en Glendale (California), pocas cosas cambiarán. El camposanto, que abrió sus puertas en 1906 y ha ido ampliando su extensión hasta ocupar más de 120 hectáreas, es lugar de reposo eterno para otras muchas estrellas, desde Humphrey Bogart, Clark Gable y Jean Harlow hasta Nat King Cole, Carole Lombard y W. C. Fields- Pero no se ha hecho público exactamente dónde será enterrado Jackson, un secretismo lógico tanto por parte de la familia como por la de un cementerio que tiene como uno de sus activos la protección de la privacidad y la lucha contra la intromisión de desconocidos.

Inicialmente se dijo que Jackson reposaría en el Gran Mausoleo, un enclave presidido por una enorme vidriera con una réplica de La última cena de Leonardo Da Vinci, pero han crecido las especulaciones que hablan de que el autor de Thriller acabará en el Mausoleo de la Libertad. Se dice que habrá una ceremonia con elegías y discursos en el primero, y que luego una procesión recorrerá cerca de un kilómetro hasta el segundo.

La familia ha comprado 12 espacios en el cementerio, el mismo en que famosos como Sammy Davis Jr. se encuentran enterrados en jardines privados y vallados a los que se accede con permisos especiales.

La madre del cantante logró que un juez dictaminara que el patrimonio del artista financie los costes del funeral. Estos incluirán el pago de miles de euros a la policía, que ya desde ayer acordonó la zona colindante al cementerio y vetó los accesos.