Jacqueline Bisset acaba de hacer pública una fantasía. Le encantaría aprender español con un único objetivo: "Protagonizar una película junto a Javier Bardem". Así lo confesó el miércoles por la noche en Ibiza tras la proyección de Death in love, la cinta que protagoniza y que compite en el Internacional Film Festival, que se clausura mañana en la isla.

La actriz británica --espléndida a sus 63 años-- es una de las pocas estrellas que luce orgullosa sus arrugas. La cirugía no va con ella. Y tampoco los productos de belleza que promocionan colegas suyas. "Son basura", criticó. Ella usa solo una crema hidratante, la que le recomendó una señora de 80 años que conoció hace mucho y cuyo cutis le animó a seguir sus pasos.

La revista People la calificó en 1977 como la actriz más bella de todos los tiempos. Pero ella no se siente una leyenda. "Qué va, solo soy una persona con una buena carrera". Bisset no ha adoptado el discurso de no hay papeles interesantes cuando una actriz entra en la madurez . "Sí que los hay, pero tienes que ser consciente de los cambios en tu vida. No puedes optar al mismo papel que hace 10 años", destacó.

En Death in love , Bisset interpreta a una madre que, de joven, tuvo una historia de amor con un nazi. En la vida real, ella no tiene hijos. Es algo que no echa de menos. "Bueno --confesó-- cuando veo en la calle niños monísimos sí que me gustaría que fueran míos". Una de sus mejores amigas es madre de tres hijos. "Ella siempre me dice que mi vida es fantástica. Y yo le digo que la suya sí que es fantástica. No se puede tener todo".