El divorcio de Paul McCartney terminó con una escena de vodevil. Heather Mills le vació una garrafa de agua en la cabeza a la abogada de su exmarido, Fiona Shackleton, en el Tribunal Supremo de Londres, donde jamás se había visto algo así. Shackleton, que defendió a Carlos de Inglaterra en su divorcio con Diana, había destrozado la reputación de la modelo. El verdadero jarro de agua se lo ha llevado Mills en la sentencia, cuyo contenido intentó por todos los medios que no se publicara. En ese dictamen, el juez Hugo Bennett la presenta como una embustera, malintencionada, exagerada y egocéntrica, aunque su lenguaje sea algo más aséptico.

Bennett, que ordenó a McCartney el pago de 31 millones de euros, afirma que Mills es una mujer "decidida y de fuerte personalidad", que ha estado sometida "a una enorme presión", pero "buena parte de su testimonio fue contradictorio e inexacto". El testimonio de McCartney fue, en cambio, "equilibrado". "Se expresó con moderación, aunque en algunos momentos con justificada irritación, cuando no con enfado. Fue coherente, exacto y honesto". "Desgraciadamente no puede decir lo mismo del testimonio de la esposa".

Mills acusó al músico de haberle golpeado, de abusar del alcohol y de las drogas, de ser posesivo y celoso. El exbeatle afirmó que su ex le había pinchado el teléfono y había filtrado una conversación que tuvo con su hija Stella. Sus abogados también acusaron a Mills de ser muy celosa, de insultar a McCartney y de mentir con las acusaciones de violencia. El juez ha llegado a la conclusión de que, "esas acciones son un intento deliberado por parte de la esposa de arruinar la reputación del marido".

Mills decía ser una mujer rica cuando conoció a la estrella, pero los dos o tres millones que decía tener en el banco en 1999 no constan en ningún saldo de su cuenta. En la declaración de Hacienda, como también anota el juez, "no figura ninguna suma destinada a obras caritativas", aunque Mills afirma entregar el 80% de su dinero a buenas causas. Sobre las circunstancias que rodearon el fracasado matrimonio, Bennett sostiene que McCartney aún estaba de duelo por su primera esposa, Linda, cuando conoció a Mills.