"Un cantante solo tiene vigencia si puede volver donde ya actuó". Un Julio Iglesias visiblemente satisfecho tras el éxito de su primer concierto en Cap Roig (Calella, Girona), donde ya triunfó el año pasado, explicaba así uno de los secretos de su larga trayectoria. La noche, con una distendida cena de por medio, se prestaba a las confidencias. "El público es el que dicta sentencia. Si él te deja de lado, ya no tienes motivos para continuar", añadió.

Alegre, llamó a su casa de Málaga. "Mamita, ¿todo está en orden por ahí?", le preguntaba a Miranda. "Cuando, con el tiempo, te vuelves más vulnerable, valoras mucho más tener al lado a alguien que te cuide", dijo aludiendo a su momento vital.

La sorpresa de la noche la dio Samuel Etoo, que cenaba en el mismo local, el restaurante Simpson de Llafranc, con varios amigos, entre ellos Gonzalo Miró. El cantante y el exazulgrana se levantaron para darse un abrazo y departir unos minutos. Julio también hizo un aparte con Miró y le explicó que había cenado con su padrino, Felipe González: "Me impresionó. Es un gran estadista y es inexplicable que nuestros gobernantes no pidan consejo a un personaje como él". El cantante, gran entendido en vinos, había llegado a la cita con una botella mágnum de Remírez de Ganuza, de su propia bodega. "Cada noche me tomo una copa, algo que es muy saludable", apostilló.

Antes, en Cap Roig, había seducido al público con el mismo formato de concierto que el año pasado. Pero junto al desfile de los hits de su cancionero, soltó algunas perlas. "Me preguntan por qué no me jubilo y yo siempre respondo lo mismo: si no canto, me muero". E insistió: "Conozco a veinteañeros que viven como jubilados y a gente de 90 con ganar de seguir adelante", dijo.