Las imágenes le muestran como un niño introvertido y muy imaginativo, que fantasea con sus cómics de superhéroes y aporrea una batería. Es Kurt Cobain, destinado a convertirse en portavoz del nihilismo grunge al frente del grupo Nirvana; un músico de frágil equilibrio interior, que se quitó la vida el 5 de abril de 1994. Fotos familiares, cartas, dibujos, textos de canciones manuscritos y documentos privados, algunos de ellos en un formato de facsímil extraíble, ven ahora la luz en un volumen de acabado lujoso, Cobain íntimo (Caelus Books).

El autor del libro, Charles R. Cross, periodista especializado de Seattle, la ciudad de Cobain, ya rastreó la historia del personaje en Heavier than heaven, y esta vez centra su labor en el rescate de reliquias; material fotográfico inédito y curiosidades rescatadas de una cámara acorazada con el permiso de su viuda, Courtney Love. Según apunta Cross, esta es una biografía visual de Cobain en la que la creatividad pesa más que la oscuridad, motivo por el cual el autor renuncia a reproducir la nota de suicidio del artista. Más que morbo, las fotos y gadgets muestran al Cobain doméstico y resaltan su afición por la cultura pop: héroes de cómic, máscaras, monos de juguete, pósters y muñecos formaban parte de su mundo. El libro incluye un disco compacto con la voz de Cobain, que ofrece un monólogo sobre su personaje Crybaby Jerkins (Jerkins el llorica), y otros documentos que reafirman su retrato de creador no acomodado en su rol de estrella: asombra el tono humilde de la carta en la que pide al escritor William S. Burroughs su colaboración en un vídeo de Nirvana, banda que, en 1993, ya era una celebridad. Alimentan un libro que, según Cross, ofrece una "mirada furtiva" a un artista quizá demasiado sensible.