Entre signos de admiración, Luz Casal anunció el martes a través de su web que, por fin, ha cerrado el amargo capítulo de la quimioterapia. Punto y final. O seguido. Ni ella lo sabe porque sigue luchando como una jabata contra el cáncer de mama. La artista, de 48 años, lo dice todo en la primera frase del comunicado: "Lo que no nos mata nos hace más fuertes". La frase, robada a Friedrich Nietzsche, es solo el principio de un texto que pone los pelos de punta y que demuestra que la gallega de nacimiento y asturiana de corazón está frágil, dolorida y calva, pero viva. Y eso es lo único que cuenta.

La que, en su día, se convirtió en una de las cantantes más representativas del rock español fue intervenida de urgencias en la clínica Ruber de Madrid el pasado enero. El cáncer había aparecido en su vida y ella decidió "cogerlo por los cuernos". Eso le supuso dejar de ser artista y convertirse en enferma. El 31 de enero, cuando dio la bienvenida a la quimioterapia en su web, ya mostró tener la cabeza y el corazón muy bien amueblados: "Tengo la certeza de que no desfalleceré en ningún momento".

TOCADA, PERO NO HUNDIDA

Ahora, cinco meses después, Casal demuestra que el cáncer la ha tocado, pero no hundido. "En estos meses --afirma-- he pasado de ser una persona físicamente imbatible a una mujer "dependiente y frágil". Ella, la resplandeciente, sensible, serena y atractiva intérprete de Un mar de confianza , admite que sus venas están "quemadas", sus ojos "vagos y llorosos", sus huesos "doloridos", sus músculos "lentos", su cerebro "perezoso" y su cabeza "¡calva!".

La polifacética e inclasificable artista convierte el comunicado en una carta de agradecimiento en la que no se olvida de nadie, especialmente de todos los que le dijeron "te quiero" mientras ella luchaba a brazo partido con el cáncer. Casal da las gracias a los que le "exigieron" que no se fuera de este mundo y también a los que se sintieron cerca de ella escuchando sus discos.

La lista es enorme: "A los que rezan por mí, a los que me recomendaron marihuana, a los que se ofrecieron para ayudarme como enfermeros, a los que me enviaron flores...". Delante de todos ellos, Luz se quita el sombrero.