Tres décadas después de que Israel vetara una actuación de los Beatles por miedo a que corrompieran a la juventud, Paul McCartney se dispone a cerrar esta noche las heridas abiertas con un concierto multitudinario en Tel-Aviv. Su decisión de actuar en el Estado judío no ha gustado, sin embargo, a todo el mundo. En las últimas semanas ha recibido amenazas de islamistas y llamadas al boicot, de los grupos que promueven el aislamiento cultural de Israel para forzar el fin de la ocupación.

Ante la ola de controversia despertada, McCartney afirmaba en una entrevista que viene a Israel con un "mensaje de paz y amor" para la región. Pero sus palabras no han logrado aplacar las críticas de la sociedad civil palestina y algunas organizaciones internacionales de derechos humanos. "Con los Beatles cantó por la libertad, la dignidad y los derechos humanos, nobles principios a los que ahora traiciona con su actuación en Israel", afirma a este diario, Omar Barghouti, fundador de la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural de Israel.

Este colectivo, así como otras entidades de EEUU, el Reino Unido e Israel, envió cartas a McCartney pidiéndole que cancelara el concierto por considerar que Israel es "un estado del apartheid que oprime a la población palestina". No obtuvieron respuesta. Een cambio, cineastas como Ken Loach y el rapero Snoop Dog participan del boicot.

ADVERTENCIA RADICAL McCartney ha tratado de sortear el fango político. "Hago lo que pienso y tengo muchos amigos que apoyan a Israel", fue su único comentario. Menos juiciosa fue la advertencia que recibió del clérigo islámico afincado en el Líbano y cercano a Al Qaeda Omar Bakri. Dijo: "Si aprecia su vida no debería ir. No estará seguro, le esperan suicidas".

En 1965, el llamado Comité para Autorizar la Importación de Artistas Extranjeros vetó la actuación de los Beatles, porque podía generar "histeria y desórdenes masivos en los jóvenes".