Ha ganado la primera batalla, pero la guerra sigue. El doctor Conrad Murray, principal acusado por la muerte de Michael Jackson, ha conseguido de momento que el juez no le retire la licencia para seguir ejerciendo la medicina en el estado de California, pese a que la fiscalía de Los Angeles le acusa de haber suministrado la dosis de propofol que acabó con la vida del cantante.

La nueva cita de Murray con la justicia tuvo lugar el lunes por la tarde en los juzgados de la Corte Superior de Justicia de Los Angeles, donde el médico personal del rey del pop acudió a la vista oral en la que se asignó su caso al juez Michael Pastor. El magistrado le comunicó que podrá seguir manteniendo su licencia hasta que se celebre una nueva vista, el 14 de junio.

Los abogados de Murray alegaron ante el juez que si retiraban la licencia médica a su cliente en California se produciría un efecto dominó que le impediría seguir trabajando en los otros dos estados donde puede ejercer --Texas y Nevada--, lo cual le dejaría indefenso ante la justicia al no poder pagar sus honorarios.

PROPOFOL Ahora los letrados tienen dos meses para seguir preparando el caso, cuyo principal argumento será que el rey del pop aprovechó un momento de ausencia del médico para administrarse a sí mismo la dosis mortal de propofol que le provocó el paro cardiaco que acabó con su vida. Los abogados han dejado entrever también que era adicto a la Coca-Cola y que la noche antes de su muerte le suministró varios sedantes para intentar conciliar el sueño.

En la sala estuvieron presentes los padres del responsable de éxitos como Thriller Joe y Katherine Jackson --a quien se pudo ver llorando--, además de sus hermanos Janet, Jermaine y Randy. En el exterior, medio centenar de fans del rey del pop se concentraron para mostrar su apoyo a la familia Jackson y exigir cargos más contundentes contra Conrad Murray.