“Como no es lo mismo que contarlo que vivirlo, pasaré 21 días…” Así comienza cada entrega del programa de Cuatro en el que la reportera (primero fue Samanta Villar, luego Adela Úcar y ahora Meritxell Martorell) se sumerge en una experiencia durante tres semanas para narrar en primera persona la realidad que quiere contar. Es el periodismo llevado al máximo. Y en el caso de Meritxell Díaz, su viaje a Lesbos para convivir con los refugiados, le llevó a vivir el pasado mes de febrero una historia de amor, tan difícil como apasionante, con un atractivo periodista iraní en Grecia.

En la entrevista que publicó en abril EL PERIÓDICO, la reportera declaraba: "Con el '21 días' de los refugiados me harté de llorar', pero, aunque explicaba cómo había vivido la experiencia no hablaba de nadie en concreto. Pero sí lo explica en el portal Vice, en un extenso relato que titula ‘Me enamoré de un refugiado y terminó en la cárcel’.

EL ATRACTIVO HARUD

Tras pasar una dura semana recibiendo y atendiendo refugiados en Lesbos, Martorell llegó en un ferry a Idomeni, pueblo fronterizo con Macedonia. Y allí, en medio de la nada, encontró el amor. Harud, un iperiodista iraní, activista y defensor de los derechos humanos, de 30 años “alto a la par que éxotico y atractivo”, que había confundido con el miembro de una oenegé. “Soy refugiado”, le dijo. Y el café diario y el bollo, con un rato de conversación con Harud, hizo soportable vivir tanta tragedia.

Hasta que terminó el reportaje y debió volver. Pero no perdió contacto con el refugiado, con el que se comunicaba cada noche con videoconferencia. Y cuando supo que había llegado a Hannover (Alemania), no dudó en volar hasta allí. “Recorrimos la fría ciudad alemana y vivimos nuestra historia de amor intensamente”, detalla la periodista. Y entonces decidió cometer una locura: alquilar un coche y plantarse en Barcelona, en casa de su familia. “Les confieso que su hija, enamorada, acaba de cruzar la frontera con un refugiado sin papeles”.

VUELTA A ALEMANIA

Y ya en Madrid, donde debía grabar otro programa, los intentos, infructuosos, de legalizar la situación de Harud, les hizo ver que no estaban enamorados, sino que lo suyo era fruto de sentimientos muy fuertes propiciados por la situación. Harud decidió volver a Alemania, pero fue detenido en la frontera de España con Francia. “No sé nada de él durante los siguientes 21 días”, relata la reportera. Eso sí que fueron 21 angustiosos días. Y no estaban en el guion de ningún programa.

La joven periodista, comprendió entonces, que su inexperiencia e impulsividad había provocado la difícil situación de su amigo. “Ahora comprendo por qué muchas organizaciones obligan a sus cooperantes a estar un máximo de 15 días en el campo de trabajo”, reflexiona. Pasadas unos días recibió llamada de Harud, que le informaba de que había sido liberado. Finalmente las autoridades francesas habían decidido estudiar su caso. “No hay mal que por bien no venga. Si no nos hubiéramos conocido, nunca hubiera terminado en Francia.

La historia ha tenido un final feliz: el joven periodista trabaja en Lyon, en una organización que lucha por los Derechos Humanos y la reportera de Cuatro ha hallado la paz consigo misma. Pero no ha tenido un 'happy end' como pareja. “La línea que separa los sentimientos de la solidaridad es muy delgada”, concluye en su sincero relato.