Aunque intenta pasar desapercibido y odia que se hable de su vida, Miguel Bosé vuelve a estar en el punto de mira. A sus críticas en redes sociales tras la crisis sanitaria motivada por el coronavirus a Bill Gates y a los países más poderosos del mundo, se unen las desavenencias con su expareja, Nacho Palau, por el régimen de visitas de sus hijos, y la ausencia de relación con parte de su familia.

Y es que el funeral organizado por el cantante en memoria de su madre, Lucia Bosé, contó con la notoria ausencia de sus hermanas, Lucía y Paola, y con la de su sobrino Olfo Bosé, a quien según diversas fuentes habría vetado en la íntima celebración.

El artista, que siempre ha sido extremadamente discreto con su vida privada, se encuentra hace unas semanas en España, instalado con sus hijos en su casa de Somosaguas. Y este martes, el intérprete acudió a una gran superficie para comprar flores. Con el rostro muy serio, desmejorado y completamente solo, Bosé salió cargado con varios ramos de flores rojas, rosas y amarillas con las que quien sabe si quiso recordar a su madre - por todos era conocida la estrecha relación que mantenían madre e hijo - o simplemente decorar su residencia dándole un poco de color, según informa Europa Press.

Luciendo la mascarilla en todo momento, el cantante eligió un 'look' muy cómodo con pantalón de chándal negro y polo de manga larga en el mismo color. Con aspecto descuidado y algunos kilos de más desde la última vez que lo vimos, el cantante también lució el pelo y la barba mucho más larga de lo habitual. Claramente muy incómodo por la presencia de la prensa, el hijo de Lucía Bosé dejó abandonado el carro en el que portaba las flores en mitad del aparcamiento.