Detenido, amonestado y sin perro. José Mourinho está que muerde. En un mes, el entrenador del Chelsea ha perdido la Liga de Campeones, la Premier inglesa y el yorkshire terrier de la familia. La desgracia canina sobrevino el martes por la noche, cuando Mourinho, que asistía en Londres a la entrega de unos galardones futbolísticos de su club, recibió una llamada angustiosa de su esposa Tami.

La policía y un representante del Servicio de Salud de los Animales estaban en la casa dispuestos a llevarse al perro, llamado Gullit, alegando razones sanitarias. "Salió corriendo hacia la parada de taxis. Obviamente eran malas noticias", cuenta un testigo que se encontraba en la gala. Minutos más tarde Mourinho llegaba a su hogar.

Los policías le informaron que debían llevarse al perro, porque al parecer, había salido y entrado de nuevo en el país, después de un viaje a Portugal, sin respetar las estrictas reglas de vacunación del Reino Unido para prevenir la rabia. Mourinho se negó a entregar el animal, condenado a pasar un periodo de cuarentena de seis meses, en un centro veterinario especial, con los gastos a costa de su dueño.

Tras dos horas de disputa, en la que según una fuente próxima, "perdió los nervios", el míster dijo a los agentes que tenía una llamada que hacer y se marchó con el perro. Cuando volvió lo hizo solo, porque, según contó, el animal se escapó. Los agentes le detuvieron y le condujeron a comisaría, donde fue fichado y acusado de obstaculizar a la justicia. El técnico quedó en libertad sin cargos.

"El señor Mourinho quiere dejar claro que su perro fue adquirido en Inglaterra, en un criadero de gran reputación y tiene todas las vacunas necesarias", señaló un portavoz del entrenador. De momento, no se sabe nada del paradero de la mascota.