Tras una luna de miel express a bordo de un barco privado en la isla de Tavolara, en Cerdeña, la modelo y expresentadora italiana Elisabetta Gregoraci aterrizó el miércoles en Ibiza para volver a vestirse de blanco y desfilar en la pasarela de moda Adlib. La esposa del magnate Flavio Briatore, patrón de la escudería Renault, deslumbró como musa de la moda ibicenca en el club restaurante El Divino, un rincón de moda que respira chill out y desde cuya terraza, que da al puerto, se puede ver una flota de yates de lujo.

La modelo mostró un perfecto bronceado y realizó tres salidas a lo largo de todo el desfile, en el que participaron 13 diseñadores insulares --entre los que figuraban Charo Ruiz, Kathia Alves, Marta Raffo, Eva Cardona y Tony Bonet--, que exhibieron diversas propuestas cara a la próxima colección primavera-verano.

NOVIA TIGRESA El exseleccionador José Antonio Camacho, el productor Giorgio Aresu --a quien acompañaba su hija Amalia, que aspira a ser modelo--, el propietario del grupo Pachá, Ricardo Urgell, y distintos miembros del Consejo Insular presenciaron en primera fila cómo el encanto del blanco Adlib de toda la vida abría paso a unos diseños que van mucho más allá de la plácida e ingenua moda típica ibicenca. Si el año pasado la modelo y expresentadora italiana cerró el desfile vestida de novia angelical, en la noche del miércoles el broche final fue también un traje nupcial, aunque en esta ocasión al más puro estilo tigresa. La obra estaba ideada por el diseñador Ruben Perlotti.

La bella signora, en cuyo curriculo se esconde un pasado de show girl y cuyo físico de impacto --que esta semana ha quedado más que patente en la portada de la revista Interviú-- ya le valió hace una década el título de Miss Calabria, no quiso atender a la prensa. Eso sí, ofreció a las cámaras un amplio repertorio de sonrisas, de gestos de despedida y de miradas seductoras.

Todo ello tuvo lugar a una velocidad extrema, como si hubiese parado en boxes antes de entrar en un coche con destino al aeropuerto para poder tomar un vuelo privado con destino a la isla de Cerdeña. Parece evidente que este fin de semana no se podrá ver al feliz matrimonio paseando por el circuito automovilístico de Hungría.