Un Wolfgang Wagner viudo, anciano y enfermo apura sus últimos días como director del Festival de Bayreuth (Alemania), que se inauguró ayer y que fue creado por su abuelo, el compositor Richard Wagner, en 1876.

Después de 51 años al frente, a final de mes debe haber cambio de guardia en la dirección, pero ya ahora el festival presenta aires de rejuvenecimiento. En la rueda de prensa de presentación de esta edición, y en particular de la nueva producción de Parsifal, realizada ayer pocas horas antes de su estreno, las caras eran todas jóvenes.

Allí estaba Katharina Wagner, la hija de Wolfgang, que ejercía de anfitriona a la espera de que se formalice el contrato sucesorio; Daniele Gatti, el director musical de esta ópera; Stefan Herheim, el director de escena, y Heike Scheele, la escenógrafa. La sensación de nueva fase era también visible en las nuevas tecnologías.

EN DIRECTO Y POR INTERNET

Por primera vez, la inauguración fue retransmitida en directo en una gran pantalla al aire libre y mañana se podrá ver en directo por internet, por 49 euros, Los maestros cantores de Nuremberg, estrenada el pasado año, bajo la batuta de Sebastian Weigle, el todavía director de la orquesta del Liceo de Barcelona, y la dirección escénica de la propia Katharina Wagner. La web del festival ha incorporado el inglés.

En esta voluntad de renovación, el festival quiere llegar a un público más joven y para ello la Asociación de Amigos de Bayreuth, que es el camino oficial para conseguir acceso al festival, ha creado una tarifa especial reducida para jóvenes hasta los 30 años. Todas estos cambios, plenamente justificados, deben ir acompañados de lo más importante, que es un proyecto musical coherente, y en este terreno, reina una cierta sensación de impasse que ya se arrastra desde las últimas ediciones. En Bayreuth, las producciones se representan durante cinco años. El último Parsifal, que dirigían en lo musical Pierre Boulez y en lo escénico Christoph Schligensief, no superó las tres ediciones. Ni gustó ni era comprensible.

El de ayer, destinado a quitar el mal sabor de boca del anterior, pero sin renunciar a una puesta en escena atrevida, contaba con el tenor Christopher Ventris en el papel titular; la soprano Mihoko Fujimura, en el de Kundry, y el barítono Detlef Roth en el de Amfortas.