"Lo último que queremos es proyectar la imagen de que somos un matrimonio perfecto". Así de tajante se muestra Michelle Obama en una entrevista junto a su marido, el presidente Barack Obama, que se publicará mañana en el dominical de The New York Times , en la que repasan sus nueve meses en la Casa Blanca, hablan sin tapujos de su relación, cuentan alguna confidencia y reconocen que en su vida ha habido altibajos "como en todas las parejas".

Para la primera dama es "injusto" para la institución del matrimonio dar una imagen de perfección. "Simplemente no existe", asegura Michelle, quien acepta hablar de sus "altibajos" si sirve para que los jóvenes entiendan que la vida en pareja "cuesta mucho".

"MOMENTOS DIFICILES" Sobre los rumores que dicen que su matrimonio estuvo a punto de romperse, es el presidente quien toma la delantera. "Es una exageración, aunque ha habido momentos difíciles". La periodista sigue escarbando y pregunta si alguna vez buscaron ayuda. "Era importante para ambos que esto funcionara. Y aunque nunca temí por nuestro matrimonio, sí hubo momentos en que temí que Michelle no fuera feliz", añade Obama. Se casaron en 1992 en la Trinity United Church of Christ de Chicago. Aunque para ella fue el primer hombre de su vida, una hermana de Obama aseguró que el hoy presidente presentó a su familia en Hawái a una chica antes que a Michelle.

ABRIR LOS OJOS Ella nunca ha escondido que no le gustaban las ambiciones políticas Barack. "Me casé contigo porque eras guapo e inteligente, pero esto es lo más estúpido que me has dicho en la vida", parece que le dijo Michelle a su marido cuando este le comentó su intención de ser candidato en 1995. Eran los tiempos en los que el joven Obama logró su escaño en el Senado y dejó Chicago para instalarse de lunes a viernes en Springfield. "Me sirvió para abrir los ojos y entender que el matrimonio es complicado", afirma su esposa.

El presidente cuenta que en estos nueve meses lo que más le ha molestado fue que su escapada de pareja a Nueva York acabara convirtiéndose en un asunto político. "Si no fuera presidente habría cogido un avión, tal como le prometí durante la campaña ..., pero lo que más valoro es que mi matrimonio es un mundo aparte de las tonterías de Washington".

Ella explica que es la primera vez en mucho tiempo que viven los siete días de la semana bajo un mismo techo. "Al final está resultando ser un alivio", reconoce. Ahora incluso pasan más tiempo juntos y han empezado a jugar al tenis. "El gana siempre", admite Michelle. "Solo por ahora", advierte Barack.

¿Pero realmente hay igualdad en una pareja donde uno es presidente de EEUU? Ella guarda silencio y deja a su marido responder. "En primer lugar...", arranca Obama bajo la atenta mirada de la primera dama. "Ella tiene...", intenta continuar. "Tengo que andar con cuidado. Mi equipo está más preocupado por lo que piensa la primera dama que por lo que pienso yo", subraya entre risas. La pregunta queda sin respuesta y entonces Michelle toma la palabra. "Claramente su carrera nos ha ido marcando". Al final apunta que en su vida privada hay mucha más igualdad de lo que podría parecer.