La lucha contra el tópico es complicada y a veces es necesario rendirse ante él. Por ejemplo, cuando se es Penélope Cruz, se ha rodado una película titulada Manolete y se ocupa la portada y el principal reportaje del número de diciembre de la edición estadounidense de Vogue . Además, si detrás de la cámara está Annie Leibovitz y artistas como Goya y Velázquez inspiran a alguien como John Galliano, es obvio que trajes de luces y volantes pueden elevarse a categoría de arte.

Justo cuando las calles de Nueva York rebosan esbozos de toreros gracias a la masiva campaña de una cerveza española, los quioscos se llenan de Cruz por obra y gracia de Anna Wintour. La musa de Pedro Almodóvar (que le acompaña en una de las fotos) comparte la portada con Cayetano, elegantísima con un traje rojo de Oscar de la Renta.

BAÑO DE HALAGOS Ese color no es casual. Penélope, que luce diseños de, entre otros, Donna Karan y Galliano, es destacada por Wintour por su "apasionado trabajo" para la campaña Red y Bono es uno de los que ha hablado de la actriz con la periodista Gaby Wood. La apoda "misil Cruz" y la ve como "arma secreta" de su campaña humanitaria. También se deshacen en halagos, entre otros, Woody Allen, quien trabaja con ella en su última película, que la define como "el sueño de cualquier director", Scarlett Johansson y sus amigos Aston Kutcher y Demi Moore.

Pero es Cruz quien ofrece el mejor retrato. Ha abierto a Wood sus puertas de par en par: la ha llevado de compras y restaurantes por Madrid, le ha enseñado su hogar, ha vuelto a su casa de la infancia con su hermana Mónica --que posa con Diego el Cigala en la revista--, le ha puesto vídeos caseros... Eso sí, a lo que se ha negado es a hablar de su vida privada. Si la revista dice que Javier Bardem es "su más reciente rumoreado amante", ella ni siquiera confirma si es una mujer soltera. "Sería lo mismo que decir: es un tema del que estoy preparada para hablar. Y no lo estoy", declara.