La clase política internacional sabe que gana votos si tiene una buena imagen, y no duda en recurrir a los profesionales de la estética para disimular el paso del tiempo, una espada de Damocles de la que no se libra nadie. El panorama político está lleno de ejemplos de dirigentes que se han hecho arreglos para presentar una imagen más lozana y rejuvenecida. El último en mejorar su aspecto ha sido el presidente del Congreso de los Diputados, el manchego José Bono, que ha sorprendido a su vuelta de las vacaciones estivales con un nuevo look .

Aunque las mujeres que recurren al bisturí siguen siendo mayoría, cada vez hay más hombres en las consultas estéticas. Los más veteranos son los que menos pudor han tenido a la hora de operarse. Algunos cuentan sus arreglos sin problemas, como el expresidente de la Generalitat de Cataluña Jordi Pujol.

Otros lo confiesan orgullosamente, como el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. Il Cavaliere explicó que sus arreglitos no se debían a una cuestión de coquetería. "Quien pueda permitírselo tiene el deber de presentarse lo mejor posible ante los demás", declaró.

También están los que enmascaran la intervención en problemas de salud y los que la ocultan, como los expresidentes de Argentina y Perú, Carlos Menem y Alejandro Toledo, respectivamente. Otros cambian de aspecto sometiéndose tan solo a una dieta, como el expresidente de EEUU Bill Clinton.Algunas políticas también han sufrido cambios evidentes. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, es tan aficionada al bótox como lo es también la ministra de Fomento,

Cristina Fernández de Kirchner,Magdalena Alvarez,