En una les gritaron en español "¡beso, beso!", pero Michelle Obama negó con la cabeza, dejando claro que esta vez no juntarían los labios. En otra, el flamante presidente se saltó el protocolo y se marcó unos pasos más propios de discoteca que de un baile oficial. Las hubo con gestos representativos, como bailar con dos sargentos. Y novedosas, como una con entradas accesibles a todo el mundo.

La histórica jornada de toma de posesión del presidente Barack Obama, que empezó el martes por la mañana, no acabó hasta bien entrada la madrugada del miércoles. Y hasta las 2.30 horas, Barack y Michelle Obama --repitiendo un ritual que incluía unas palabras del presidente, un minuto de baile y otras palabras de despedida--, alimentaron con su visita a 10 bailes oficiales en su honor, una tradición inaugurada 200 años antes y solo suspendida en tres ocasiones.

En 1913, cuando ya sonaban los tambores que atronarían en la primera guerra mundial, Woodrow Wilson pidió que se cancelaran. 60 años antes había hecho lo mismo Franklin Pierce, que poco antes de ser investido había perdido un hijo. Y en 1921, Warren Harding pensó que no celebrar esos bailes daría ejemplo de simplicidad.

Ahora la nación también siente, como recuerda constantemente el nuevo presidente, las sombras de una profunda crisis. Pero seguir la tradición era una forma de celebrar hitos. Y Barack Obama quería, además, reconocer no solo a las élites que acostumbran a poblar los bailes inaugurales, sino a ciudadanos corrientes cuyo empeño le ha llevado hasta la Casa Blanca.

Ese mensaje quedó puesto de manifiesto con la elección del primer baile que visitaría la pareja. Se trataba del Neighborhood Ball, donde por primera vez se vio al matrimonio Obama en sus galas de noche: él con pajarita, ella con un traje de cola que daría más de un problema a los pies presidenciales.

"GENTE DE BARRIO" "Nosotros somos gente de barrio", proclamó Obama para añadir: "Esta campaña se organizó barrio a barrio y este baile es el que mejor captura el espíritu de nuestra campaña". Sin duda, lo hacía, y no solamente porque las entradas a 25 dólares fueran accesibles, sino porque contó con una alta dosis de famosos para animarla --incluyendo Mariah Carey, will.i.am, Queen Latifah y Beyoncé, que versionó el At last (Por fin) de Etta James para los Obama--. También porque fue retransmitida en directo por una televisión nacional, algo que nunca había sucedido antes.

En el mismo centro de convenciones se desarrollaban otros cinco de los bailes que visitaron los Obama, que hicieron la segunda parada en el baile del comandante en jefe, una cuestión más formal. Allí, el presidente charló en videoconferencia con un grupo de soldados de Illinois desplegados en Afganistán, y bromeó con ellos sobre béisbol. En el escenario, además, la pareja presidencial se separó para que el presidente bailara con la sargento Margaret Herrera y la primera dama con el sargento Elidio Guillén.

Otra de las novedades de la jornada de fiesta fue la celebración de un baile de la juventud, con el que se reconocía a otro de los grupos cuya movilización ha sido clave para la elección de 44 presidente de Estados Unidos. En ese baile, como en la mayoría, los Obama bailaron lento, juntos, con pequeños gestos...

LA ELECCION DE LOS TRAJES Los expertos de moda siguen analizando las dos elecciones realizadas por Michelle Obama para la jornada histórica. Lo cierto es que la primera dama realizó una declaración de contenido sociopolítico. Isabel Toledo, que diseñó el traje de día, es cubana y el joven Jason Wu, que creó el vestido de noche, es taiwanés. Los dos están asentados en Nueva York y representan la realidad de un país de inmigrantes.

Mientras el presidente y la primera dama y el vicepresidente Joe Biden y su esposa asistían a los 10 bailes, Sasha y Malia tuvieron su fiesta en la Casa Blanca, confirmando la apuesta de Michelle de mantener un ambiente de normalidad aunque, como ya ha reconocido, "lo normal ahora es relativo". Las niñas tuvieron una fiesta con amigos en el 1600 de Pennsylvania Avenue. Hoy, volverán al colegio.