Las especulaciones inmobiliarias del príncipe Andrés con las propiedades de la corona británica están dando mucho que hablar en Gran Bretaña. El hijo de la reina Isabel II ha obtenido un beneficio de 17,5 millones de euros con la venta de la casa que compartió con Sara Ferguson cuando ambos estaban casados, regalo de la reina a la pareja por su boda. La corona, a través del Crown Estate, retenía sin embargo los derechos de ocupación de la propiedad, que le fueron vendidos al príncipe en el 2003 por 14.300 euros, un precio de auténtica ganga. El Crown Estate se encarga de administrar las propiedades de la corona, pero tiene obligación de pagar al Tesoro las rentas obtenidas, de las que deben beneficiarse los contribuyentes. La venta de Sunninghill, la casa cerca de Ascot con 12 habitaciones, ha estado rodeada de misterio. Tras pagar 3 millones más que el precio de mercado, el comprador la ha dejado caerse en pedazos. La detallada información que ayer publicaba The Sunday Times apunta como propietario a algún alto personaje de Kazajstán, donde Andrés ha viajado en varias ocasiones.