Cuando indagamos en qué hace felices a los demás, tenemos la falsa creencia de que solo unas pocas personas pueden llegar a serlo, aquellas que cuentan con las variables adecuadas. Sin embargo, el estudio de casos concretos nos enseña que el bienestar es alcanzado incluso en momentos de adversidad. Esto se debe a que la construimos con los pequeños actos diarios, los cuales se acumulan e impactan positivamente en nosotros. Aunque los momentos importantes sí cobran relevancia, como encontrar un nuevo empleo o tener un hijo, es en la rutina diaria donde debemos y podemos hallar la forma de estar bien y sentirnos realizados.

La Psicología Positiva estudia cómo determinadas personas tienen puntos suficientes donde apoyarse para superar los obstáculos, estar bien a nivel social o ayudar a los demás a poder estarlo también. El estudio de las fortalezas personales o la mejora de la gestión emocional nos dice cómo cambiar hábitos psicológicos implicados en el bienestar. Pero en pequeñas dosis, en detalles cotidianos somos capaces también de sujetarnos para estar bien con los otros y con nosotros mismos. De hecho, autores como Marc Augé escriben sobre ello y nos guían en el camino.

FELICIDAD DIARIA

La felicidad se conforma a través de dos tipos de factores: internos y externos. Mientras que los primeros son relativamente fáciles de controlar, los segundos dependerían de los demás, de nuestro entorno. Si bien es cierto que puede parecer entonces que para estar bien dependemos en parte de los otros, en la práctica podemos observar otra cosa: el factor interno tiene un gran peso y nos ayuda a encontrar satisfacción incluso con ciertas situaciones adversas.

Si queremos empezar a encontrarnos mejor, hay pequeñas pautas que se pueden seguir, incorporándonos a nuestra vida diaria:

1. Autocuidado

Esto implica preocuparse por nuestro aspecto físico, tanto a la hora de escoger lo que comemos como con el deporte que realizamos. Pero también implica gustarnos y sentirnos válidos.

2. Altruismo

Cuando nos dedicamos a la ayuda, vemos como la satisfacción aumenta. No es necesario hacerlo desde una ONG, sino que es beneficioso también ayudar a algún compañero o familiar que lo necesite.

3. Aprendizaje

Si decidimos ampliar nuestro conocimiento, independientemente de lo que queramos aprender, la felicidad que sentimos aumenta, ya que estamos disfrutando a medida que salimos de nuestra zona habitual de conocimiento.

4. Relaciones sanas

Si el número de interacciones importantes, lo es más que estas sean sanas. Acabar con relaciones tóxicas y basarnos en amistades constructivas tiene mucho peso a la hora de sentirnos bien.

5. Metas

Cuando una persona tiene claro lo que quiere, es más fácil que tenga emociones positivas. Por eso, es importante marcarse objetivos de forma frecuente y repasarlos a diario.

6. Gratitud

Un estudio realizado en Estados Unidos concluyó que la gratitud contribuía en nuestra felicidad. Nos amplía el foco sobre las cosas con las que contamos y elimina la visión de carencia con la que muchas personas viven.

LAS PEQUEÑAS ALEGRÍAS

Marc Augé ha publicado recientemente "Las pequeñas alegrías" (Ático de los Libros, 2019), donde habla sobre esos pequeños momentos que vivimos diariamente en los que la felicidad nos sorprende y nos sacude. Estos momentos son disfrutados incluso cuando hay situaciones difíciles. Son instantes fugaces, como encontrarse con un viejo amigo, una sorpresa en el trabajo o una canción que nos sorprende.

El autor reflexiona sobre historias de su vida donde nos sirve de ejemplo para que podamos también enfocarnos en instantes de nuestra rutina. Augé se dedica a ensalzar los pequeños momentos de felicidad de cada persona, esos faros que nos acompañan en momentos complicados y nos dan esperanza para continuar.

"Las pequeñas alegrías" es un diario donde Marc Augé nos abre a su intimidad y establece una comunicación donde mezcla recuerdos con sus experiencias en concordancia con lo que todos podemos vivir. Un manual donde poder vernos reflejados y experienciar la esencia de la felicidad, esa que aparece en los fogonazos de júbilo inesperado y que se asientan en nuestra memoria más allá de los años.