Puestos a preguntarnos por qué la segunda temporada de 'Mr. Robot' no ha fascinado como la primera, una posible respuesta es: Rami Malek sale un poco menos. En el caso del actor angelino y el personaje del 'hacker' Elliott Alderson, la expresión “dar vida” cobra todo su sentido: él creó a este personaje (con su mirada, con su cadencia vocal y toda esa intensidad insondable) tanto como el creador de la serie, Sam Esmail, de raíces egipcias como Malek.

En su segunda temporada, 'Mr. Robot' ha pasado a ser una serie más coral y con ello, ha perdido algo de su antiguo carácter de inmersión. Cuando apareció de la nada en verano del 2015, conquistó a los espectadores por ser un viaje fascinante a través de un mundo reconocible pero a la vez ligeramente alterado y sobrenatural. Era el mundo según Elliott, ingeniero de ciberseguridad de día y 'hacker' de noche, víctima de ansiedad social y trastorno de identidad disociativo. Todo parecía filtrado por él.

“Hola, amigo”, fueron sus primeras palabras. En una voz en off escrita con precisión e imaginación. Muchos que no se sienten a gusto en el mundo (por diagnósticos psicológicos o no) estrecharon la mano de Rami-Elliot y se dejaron llevar por él. Queda saber si en lo venidero Rami podrá soltar la mano de Elliot, el personaje que este año le ha valido un Emmy al mejor actor protagonista en una serie dramática.

UN PADRE GUÍA TURÍSTICO EN EL CAIRO

Los orígenes humildes de Malek solo han servido para que todos lo queramos más. Sus padres no vienen de las aguas esponjosas de Hollywood. Su padre, Abu, fue guía turístico en El Cairo y al llegar a EEUU estuvo vendiendo seguros puerta-a-puerta. Su madre era contable. Los dos querían un oficio estable para su hijo, algo del estilo abogado o médico, pero ya en el instituto (donde estudió con Kirsten Dunst) parecía tener muy clara otra clase de vocación.

Tampoco es que su carrera fuera fácil. De hecho, Malek se ha hecho famoso ya entrado en la treintena. Antes trabajó repartiendo pizzas y vendiendo 'shawarmas', y trató de demostrar su talento en un puñado de papeles secundarios. El primero de ellos fue en 'Las chicas Gilmore', cuarta temporada, como un compañero de clase de Lane Kim en sus días en una universidad adventista. Si no te ponen una captura no te acuerdas.

Durante un tiempo, Malek tuvo que cargar con la clase de papeles que puedes hacer en Hollywood siendo de rasgos árabes: terrorista (en ‘24’) o faraón (en la saga de 'Noche en el museo'). Pero logró destacar como el soldado de primera clase Merriel 'Snafu' Shelton en 'The Pacific', la miniserie sobre la parte de la segunda guerra mundial desarrollada en el Pacífico.

Uno de los productores de aquella serie era Tom Hanks, quien se quedó prendado del chaval y lo fichó para la película 'Larry Crowne, nunca es tarde'. Pasada esta experiencia ligera, Malek se empezó a especializar realmente en papeles oscuros y a veces casi invisibles: en la versión yanqui de 'Oldboy' se limita a estirar la pata. Una escena de muerte.

Tras el éxito de 'Mr. Robot', se ha acabado para Malek eso de mirar el teléfono esperando a que suene. También lo de salir a tirar la basura con cualquier ropa. Los guiones llueven y los admiradores se multiplican. En Internet hay páginas pioneras (por ejemplo, RamiMalekOnline lleva en marcha desde el 2011), pero en los últimos tiempos han proliferado salvajemente las cuentas de Instagram, Tumblr y Twitter dedicadas a estudiar cada pestañeo de esos ojos misteriosos.

O, por supuesto, a conocer detalles sobre su vida privada, algo sobre lo que él parece escurrir el bulto. No tiene problema, por otro lado, en hablar de su vida familiar. De sus padres o sus hermanos: uno gemelo (Sami, maestro) y una hermana mayor que trabaja como doctora de urgencias. Según Rami, al lado de algo así, su oficio es irrelevante. Dijo en la revista 'Interview’: “A veces pienso en lo que hago y cómo palidece en comparación con su trabajo, que está lleno de momentos de vida o muerte. La veo como una salvavidas”.

Más cosas que saber sobre él para quien piense en el acoso: suele mezclar cerveza y tequila; escucha a Laura Marling y Future Islands, y si tiene que enviar un mensaje con el móvil, pasa de los emoticonos. Es un tipo de vieja escuela. Pasando de la flamenca.