¿Quién no recuerda el peculiar silbido de la banda sonora de El bueno, el feo y el malo o de La muerte tenía un precio ? El intérprete de aquel sonido se llama Kurt Savoy, un histórico de la música cuya carrera ha crecido asociada a los spaguetti-wésterns que se rodaron en el desierto almeriense de Tabernas. Kurt Savoy, o lo que es lo mismo, el rey del silbido, presentó ayer en Barcelona la biografía Silbidos de gloria , escrita por Miguel Adrover en la que se relata la historia de este personaje que, con 63 años, destila una vitalidad increíble. La publicación contiene un CD recopilatorio de los 20 temas más famosos de sus 43 discos.

Savoy, que en realidad se llama Francisco Rodríguez y nació en Andújar (Jaén), empezó su carrera a los 12 años. "Me presenté a un concurso radiofónico para ayudar a mi familia. Tenía que cantar una canción de rock acompañado de la guitarra y como no era capaz de tocarla, empecé a silbar. El público se quedó impresionado". Savoy ganó el concurso y empezó una carrera que dura ya 50 años y en la que el silbido siempre está presente. Savoy cree que saber sisear es un don, aunque hay elementos que contribuyen a hacerlo mejor o peor. "La forma de mis dientes me ayuda a interpretar el sonido, por esa razón tengo asegurada mi dentadura en 480.000 euros, que es lo que me darán si alguien me la rompe". Es el único artista del mundo que logra hacer las seis notas del silbido, desde el más agudo al más grave.