El ritmo de vida actual crea un estilo de vida exigente en el que hay que optimizar el tiempo al máximo. La presión social nos obliga a ganar en productividad y a aumentar el rendimiento. Si no aprovechamos cada minuto, aparece la culpa y los remordimientos. Sin embargo, la cultura del no hacer nada podría tener múltiples beneficios psicológicos. No se trataría de perder el tiempo o desatender nuestro trabajo sino de apartar varios momentos semanales a la procrastinación.

Liberarnos de la culpa nos ayuda a reducir la ansiedad que sentimos ante las listas de tareas o el trabajo. Conseguiríamos reducir el estrés y aceptaríamos que no siempre podemos llegar a todo pero, que además, tampoco es necesario. Aunque, para poder disfrutar, también tenemos que saber cómo hacerlo.

BENEFICIOS

A medida que van pasando las semanas, tenemos la necesidad de ocupar de forma constante nuestro tiempo haciendo todo aquello que nosotros consideramos importante. Queremos sentirnos productivos, aprovechar al máximo el día, incluso en fin de semana, y de no hacerlo nos consume la culpa. Sin embargo, dejar de luchar contra el reloj puede repercutir positivamente en nuestra salud mental.

¿Qué efectos psicológicos tiene perder el tiempo?

- Reduce el estrés y la sintomatología ansiosa.

- Nos ayuda a tomar perspectiva sobre los problemas.

- Asienta los conocimientos y mejora el aprendizaje.

-Apreciamos mejor el tiempo de ocio y las horas que pasamos con nuestros seres queridos.

-Mayor espacio para uno mismo, incluido el autocuidado o las relaciones sociales.

-Mejora la autoestima y el optimismo.

-Aumenta la motivación y el rendimiento.

DOLCE FAR NIENTE

Los italianos tienen una expresión concreta para el arte de disfrutar perdiendo el tiempo: dolce far niente. Es el placer de no hacer nada, de procrastinar y de dedicarnos a la contemplación. Un tipo de hábitos que no es el más extendido. De hecho, a medida que avanzamos socialmente, el concepto de disfrutar de no hacer nada se va perdiendo. La mentalidad europea y americana se aleja de ello y buscamos el llenar cada vez más las horas.

Si conocemos los grandes beneficios de perder el tiempo, podemos por tanto empezar a implementarlo en nuestra vida. ¿Cómo podemos hacerlo?

1. Programa perder el tiempo

Nuestra rutina se basa en agendar todas las tareas que debemos hacer. Programamos las horas y marcamos una lista de tareas. Para poder disfrutar de perder el tiempo, debemos también agendarnos. Marcar un intervalo en el que no haya ninguna actividad. Ese vacío al principio puede generar ansiedad, pero, a medida que se convierta en un hábito, nos repercutirá positivamente.

2. Modo avión

Si en el intervalo que programamos cada martes de cinco a siete de la tarde el teléfono no para de sonar, no lograremos fluir ni descansar. Es importante que conectemos el modo avión o, incluso, que lo apaguemos.

3. Improvisa

De forma responsable, puedes tomar tiempo para ti en cualquier momento. No siempre es necesario esperar a la franja marcada semanalmente. Eso sí, tiene que tener un tiempo de finalización exacto.

4. Establece una rutina

Nuestras rutinas se activan con estímulos que se han ido asociando con el paso del tiempo. Por ejemplo, el despertador actúa de estímulo para levantarnos o el café está asociado al descanso en el trabajo. Marca estímulos que se emparejen al tiempo de descanso.

5. Agéndalo

Si tenemos varias actividades pendientes, tal vez no logremos desconectar del todo. Antes de empezar a perder el tiempo, ponlas por escrito y despreocúpate.

Disfrutar de perder el tiempo tiene grandes beneficios para nuestra salud mental. Pero, aunque a veces nos lo propongamos, no siempre vamos a saber cómo hacerlo. Es importante seguir ciertas pautas que conviertan el dolce far niente en una buena rutina con la que reiniciemos y disfrutemos.