Cuando se ha pasado de ser realeza del pop a uno de los más angustiosos ángeles caídos de la fama, quizá no haya nada como volver a casa para sentirse arropado. Y eso es lo que ha hecho Britney Spears, que eligió su estado natal, Luisiana, para regresar definitivamente a los escenarios y el martes arrancó en Nueva Orleans el primer concierto de la gira bautizada en honor a su último disco, Circus.

Han pasado cinco años desde que una lesión en la rodilla durante el rodaje de un vídeo le obligó a interrumpir antes de tiempo su Hotel Onyx Tour. Y ha sido suficiente para que Spears tuviera dos hijos, se divorciara, se convirtiera en objeto de mofa y estuviera a punto de ver su carrera consumida por su alterada vida privada. Por suerte para sus fans, no dejó que ocurriera. A los 27 años, Spears entró el martes en el proceso de engrasar los mecanismos de su espectáculo con un concierto de 90 minutos que, si bien no ha desatado pasiones entre los críticos, al menos ha merecido el aprobado generalizado. "Sólido" fue el adjetivo escogido, por ejemplo, por el especialista del USA Today.

El tema circense domina en el nuevo espectáculo, que se abrió con un vídeo-saludo del blogger Perez Hilton y en el que Spears realiza hasta una docena de cambios de vestuario, pasando de un traje de policía a otro de inspiración Bollywood o a un corse al estilo Madonna.