Los gritos ensordecedores inundaron de inmediato el auditorio cuando las cinco aparecieron en el escenario. La euforia se respiraba. La noche del sábado, tras una década de ausencia, las Spice Girls volvieron a actuar juntas en Londres. El estadio O2 Arena, con capacidad para unas 20.000 personas, estaba a rebosar de un público entregado, dispuesto a celebrar sin límites el regreso de sus ídolos.

El incandescente fenómeno Spice es un misterio para muchos, pero lo que es cierto es que el grupo ha vuelto a enloquecer a los británicos con su regreso. La venta de entradas para su nueva gira ha superado todas las previsiones. En un primer momento, se programó una sola actuación en el Reino Unido, pero la demanda ha hecho que al final en Londres se vayan a celebrar 17 conciertos con el cartel de no hay entradas.

La prensa lleva meses hablando de ellas sin descanso y ayer casi todos los periódicos le dedicaban sus portadas. The News of the World aseguraba que se trataba del "concierto del siglo". Lo cierto es que su regreso sobre el escenario no decepciona. Ninguna de las chicas, ya mujeres, que consiguieron vender más de 50 millones de discos en los 90, canta muy bien. Pero a nadie parece importarle. Las fans pueden disfrutar de un espectáculo repleto de canciones pegadizas, impecablemente construido, y envuelto en papel dorado y lujosas telas cosidas por el diseñador Roberto Cavalli. Cien minutos de glamur y fantasía, con sobredosis de nostalgia festivalera.

Sobre el escenario las Spice vuelven a hacer alarde del poder de las chicas, su grito de guerra, vestidas de leopardo y envueltas en la bandera británica. Entre todas ellas, la que ahora más brilla es Victoria, a pesar de ser la que menos canta o baila. Sin embargo, cada vez que lo hace consigue que la ovación enmudezca por completo la música. Tras varios años de retiro musical, la Posh no se atreve, o pasa, de cantar una tema en solitario, como hacen el resto de sus compañeras. A cambio, en un gesto que demuestra sentido del humor, desfila por una pasarela al ritmo de la canción Supermodel en medio de los gritos y aplausos de las fans enloquecidas. Cerca del escenario, la noche del sábado, la observaban su marido, David Beckham, y sus tres hijos.