No. Debía ser la noche del gran triunfo para Susan Boyle, pero todos los pronósticos fallaron. La escocesa, convertida en una celebridad mundial por el chocante contraste entre su melodiosa voz y un físico poco agraciado, quedó segunda en la final del concurso Britain´s got talent. En el último momento, los votos del público se inclinaron por Diversity, un grupo de danza urbana multirracial, integrado por 10 bailarines, con una coreografía propia, que según uno de los jueces es "la perfección absoluta".

A pesar de no alcanzar el cajón más alto del podio, se calcula que Boyle va a ganar entre 5 y 8 millones de euros. Vestida con un traje de lamé en color gris azulado, la cantante repitió el tema I dreamed a dream, del musical Los miserables, que ya interpretara en la semifinal. En el momento del veredicto, la derrotada no pareció muy decepcionada. "Han ganado los mejores. Son realmente muy entretenidos. Chicos, os deseo todo lo mejor", declaró con una mezcla de deportividad y alivio, antes de despedirse con otro de sus inquietantes contoneos, enseñando una pierna.

Su actuación en la primera fase de la competición del programa, cuando causó una conmoción general, ha recibido más de 100 millones de visitas en internet. Susan ha sido objeto desde entonces de análisis, alabanzas e insultos en las redes sociales. Solicitada en los shows de televisión de las grandes estrellas en EEUU, con fans como la actriz Demi Moore, la presión ha sido cada vez más difícil de soportar.

UNA PESADILLA Desde hacia varios días, el sueño de está mujer de 48 años, acostumbrada a pasar el tiempo en la casa del pueblo donde nació, se había convertido en una pesadilla. El acoso de admiradores, publicistas y fotógrafos ha acabado en crisis de llanto, insultos y ataques de ansiedad, que hicieron dudar de la presencia de la escocesa en la final.

Nadie quería una escena dramática en directo delante de los 20 millones de espectadores, que estaban el sábado por la noche pegados a la pantalla. Algún psicólogo llegó a afirmar que lo mejor para su salud mental era que perdiera. Las exigencias han sido excesivas para alguien que sufrió daños en el cerebro en el momento de su nacimiento, nunca ha podido trabajar ni ha tenido un novio, y que desde la muerte de sus padres, a los que cuidó, vive sola con un gato.