Linda Hamilton nunca estuvo realmente interesada en el estrellato; de hecho, si lo que ella misma dice es verdad, alcanzarlo no le gustó nada. Pero ese es solo uno de los motivos que explican por qué, tras hacerse con una plaza fija en el panteón de la cultura pop, la actriz prácticamente puso fin a su carrera cinematográfica, y por qué décadas después le ha resultado tan difícil decidirse a volver a meterse en la piel de su personaje más famoso en 'Terminator: Destino oscuro', que en unas semanas llega a los cines.

Lo cierto es que Hamilton fue incapaz de imaginar el impacto que 'Terminator' (1984) tendría en su incipiente carrera mientras la rodaba. Por entonces, su ilusión era ganarse la vida representando obras de Shakespeare sobre los escenarios, y aquella película de ciencia-ficción pionera sobre una joven camarera, Sarah Connor, y un cyborg (Arnold Schwarzenegger) enviado del futuro para matarla y evitar así que dé a luz al salvador de la humanidad, lo cambió todo.

Primero se obsesionó tanto con ella que cayó en una depresión por entonces, ya había sido diagnosticada bipolar. Y después no fue capaz de hacer despegar su carrera. En 1986 participó en un episodio de 'Se ha escrito un crimen' y compartió escenas con un hombre vestido de gorila en 'King Kong 2', y dos años después coprotagonizó la teleserie 'La bella y la bestia'. Y poco más.

Cuando el director James Cameron le habló de la idea que tenía para una secuela de 'Terminator', Hamilton seguía casada con el actor Bruce Abbott; para cuando el guion de la nueva película estuvo listo, acababa de dar a luz y estaba en trámites de divorcio. Sobre el papel no era el mejor momento para entregarse a las exigencias de una película de acción de tal magnitud, pero ella sintió que los sentimientos que la atormentaban le resultarían muy útiles a la hora de encarnar a Sarah. Como resultado, gracias a 'Terminator 2: El juicio final' (1991), el personaje se convirtió en una de las heroínas más icónicas de la historia del cine.

15 años sin sexo

En lugar de aprovechar aquel impacto cultural para consolidar su éxito profesional, y en parte porque todo cuanto se le ofrecía eran papeles de mujeres guerreras, Hamilton se apartó un tiempo de las cámaras para centrarse en su relación con Cameron, con quien tuvo una hija en 1993. A partir de entonces, la pareja vivió en permanente crisis hasta que, tras casarse en 1997, se divorciaron definitivamente dos años después. Desde entonces, la vida sentimental de la actriz ha sido nula. Llevo célibe al menos 15 años, confesó ella misma recientemente en 'The New York Times'.

A lo largo de las últimas dos décadas, Hollywood ha ampliado la saga 'Terminator' con tres películas más en las que no participaron ni Hamilton ni Cameron, y que no contaron con el favor de la crítica ni con el del público. Por eso la actriz no se esperaba la carta que recibió de su exmarido hace dos años, en la que le ofrecía la posibilidad de encarnar a Connor una vez más. Ella llevaba más de dos décadas trabajando exclusivamente en teleseries y películas de bajo presupuesto; vivía alejada de las alfombras rojas y las maquinarias de promoción. No le apetecía aceptar el trabajo.

Cuando lo hizo, eso sí, lo hizo hasta las últimas consecuencias. Para preparar el rodaje, se sometió a durísimos entrenamientos en el desierto con los Boinas Verdes, y a un tratamiento hormonal para ganar musculatura. En otras palabras, decidió ser la primera actriz de 63 años que se convierte en una heroína de acción. Y, de paso, decidió volver al estrellato. ¿Sobrevivirá a él esta vez?