Se han escrito multitud de libros sobre una familia tan magnética como los Kennedy y la mayoría no pasa por alto la tragedia que ha marcado a varias de sus generaciones. La desgracia persigue a este apellido en forma de asesinatos, accidentes, enfermedades y adiciones varias. La última ocurrió el pasado fin de semana, cuando la familia, tras 26 horas de incertidumbre, tuvo que resignarse y dar por muertos a Maeve Kennedy Townsed, de 40 años, y a su hijo Gideon, de 8. Se trata de la nieta y el bisnieto, respectivamente, del exsenador y exfiscal Robert F. Kennedy.

Madre e hijo desaparecieron el pasado jueves mientras navegaban a bordo de una canoa por la bahía de Chesapeake, en aguas de la localidad de Shady Side (Maryland), a unos 50 kilómetros al este Washington. Según la prensa norteamericana, el cuerpo de Maeve fue hallado el pasado lunes, resultado de una búsqueda en la que participan unidades aéreas y marítima de la Guardia Costera.

Según las autoridades y allegados, Maeve y Gideon se aventuraron en la canoa para recuperar un balón con el que jugaban los niños en la vivienda familiar a primera línea de mar y que había caído al agua. El marido y padre de los desaparecidos, David McKean, ha explicado al The Washington Post que «se alejaron más de lo que podían controlar y no pudieron regresar». Una persona alertó a la policía de que dos personas a bordo de una canoa estaban tratando sin éxito de regresar a la costa. Las autoridades recuperaron poco después el bote. En el momento de la desaparición soplaban vientos de hasta 50 kilómetros por hora con olas de casi un metro.

«Maeve era vida» / Por su parte, Kathleen Kennedy Townsend, hija de Robert F. Kennedy, ha emitido un comunicado en el que lamenta la pérdida y habla de su hija y nieto: «Maeve era vida. Siempre sabías cuando estaba a tu lado. Su sonrisa era fuerte, descarada y contagiosa. Hacía todo con plenitud y todo su corazón. Gideon, como su madre, era un deportista que amaba el fútbol, el golf y correr. Cuidaba de sus padres de las maneras más extraordinarias. Le gustaban los acertijos, las matemáticas, el ajedrez y las aventuras», recordó.

Son con esta numerosas las pérdidas dramáticas en este clan. Un historial que parecía tener suficiente con los dos atentados que acabaron con la vida de dos hermanos: John F. Kennedy sufrió un atentado que marcó la historia de Estados Unidos y acabó con un sueño. Fue mientras viajaba en un coche descubierto durante su visita oficial a Dallas. Otro disparo acabaría con la vida, cinco años después, en el 1968, de Robert F. Kennedy.

Estos dos luctuosos asesinatos marcaron a una familia poderosa y ambiciosa para siempre, pero en los más de cuatro decenios que han pasado desde entonces, los Kennedy han seguido sumando fallecimientos inesperados. En 1969 fue Ted Kennedy quien tuvo un accidente de automóvil. En el 1984, David Kennedy, un hijo de Robert, murió los 28 años a causa de una sobredosi. Y en el 1997 otro de sus hijos, Michael, murió en un accidente de esquí.

Ya en 1999 , John Kennedy Jr, hijo del presidente asesinado y de Jacqueline Kennedy, su esposa Carolyn y su cuñada murieron al estrellarse la avioneta que pilotaba John frente a las costas de la exclusiva Martha’s Vineyard, en Massachusetts. El año pasado, Saoirse falleció de una presunta sobredosis accidental, a los 22 años.