Hoy se cumplen 25 años del aguijonazo mortal que el toro Avispado le clavó a Paquirri en la plaza de Pozoblanco (Córdoba). Y su recuerdo, un cuarto de siglo después, se mantiene tan vivo que Madrid ha decidido consagrar una muestra al torero más mediático de los años 70 y 80. La sala Antoñete de la plaza de las Ventas acoge desde hoy hasta el 12 de octubre Paquirri, siempre en la memoria , una exposición que recoge objetos personales, capotes, trajes y fotografías del diestro que recuerdan su trayectoria: los comienzos en las plazas de su Cádiz natal, la alternativa en Barcelona, los triunfos y cogidas en la Maestranza de Sevilla y las tardes triunfales en Bilbao, Pamplona, Valencia, Logroño y Las Ventas, de donde salió a hombros seis veces.

La muestra, patrocinada por la Comunidad de Madrid en colaboración con el metro de la capital, fue presentada en un acto multitudinario que contó con dos de sus hijos, Cayetano Rivera Ordóñez y Francisco José Rivera Pantoja, y numerosos matadores coetáneos de Paquirri, como Espartaco, Dámaso González, El Niño de la Capea, Jaime Ostos y Curro Vázquez.

Aunque fue un acto alejado del tono rosa que ha adquirido la figura del torero y su familia, Cayetano Rivera rememoró a su padre fuera de los ruedos. "Era un persona de campo, muy humilde y luchador que nos inculcó los valores del valor, respeto, dedicación, entrega y afán de superación diario", explicó. Emocionado, confesó que los recuerdos más vivos que guarda de él son casi todos referentes al campo, donde pasaban mucho tiempo: "Imágenes a caballo por los cercados de las ganaderías".

Espartaco le recordó en nombre de sus colegas de profesión: "Fue una de las figuras más importantes de la época y un ser humano extraordinario, un gran matador de toros, con mucho poder, técnica y valor; un ejemplo de responsabilidad, disciplina y amor propio. Para mí, nunca se ha ido", subrayó.