Periodistas y fotógrafos se pelean como niños por llevarse un cartel de Los abrazos rotos. Pedro Almodóvar contempla, atónito, la escena de gritos, codazos y pósters a punto de hacerse pedazos desde arriba, volcado en la zona acotada por guardaespaldas que controlan el acceso a la sala de entrevistas, en el anfiteatro del cine Aribau de Barcelona. "Dame uno, ya tienes dos", chilla un crítico a un cámara sonrojado. "¿Pero qué hacéis?", exclama, enojada, Déborah Palomo, jefa de prensa de El deseo, pidiendo con la mano que le devuelvan los carteles. "¿Quién ha abierto el paquete? ¡Es increible!"

Almodóvar desata más pasiones que la misma Penélope. Es imprevisible la de números que le montan en un pase de prensa. Imitadores de Caiga quién caiga. Peticiones de achuchones, como si se tratara de una aparición de Amma, la santa india que reparte abrazos curativos por el mundo. Llega a Barcelona en tren el domingo al hotel Le Meridien. Quiere descansar. Quedan muchas alfombras rojas por delante. Solo al estreno de mañana en Madrid asistirán 1.800 invitados.

Excepto Penélope, los demás van a Xemei, un pequeño restaurante veneciano muy concurrido por actores como Lluís Homar. El lugar, famoso por los espaguetis con almejas, encantó a Blanca Portillo, Rubén Ochandiano, Tamar Novas y a Esther García, la productora fetiche de Almodóvar. La velada no se alarga demasiado. No quieren perderse Volver, programada con enorme éxito por TVE-1.

Ayer, peluquería y maquillaje. Los cosméticos son de Armani. El vestuario es más anárquico. Penélope, con topos, y Homar, de rojo encendido, parecen salidos de la ópera Carmen. Almodóvar, con rayas que imitan las interferencias televisivas, y Portillo, con estampado indio. 90 minutos de rueda de prensa, abrazos, mil piropos, grandes risas y cierto alivio en la expresión de Penélope: por fin, nadie le ha preguntado por el otro actor español que ha ganado un Oscar.

PE Y BARDEM, FRENTE AL MAR La pregunta sobraba, ya que, para pasmo de más de un transeúnte, Pe y Javier Bardem pasearon ayer su amor por el litoral de Barcelona. Pese a los rumores de ruptura que rodean periódicamente a la relación entre la hija pródiga de Alcobendas y el temperamental actor oscarizado por No es país para viejos, pasaron la tarde juntos y relajados, informa Patricia Castán.

Se alojaron en el hotel Arts y por la tarde salieron a tomar algo. Fueron a uno de los restaurantes-club más de moda de la ciudad, el CDLC Barcelona. Según los testigos, vestían ropa informal y llevaban gafas de sol, pero se instalaron en la terraza del local, ante el mar. Después se camuflaron en uno de los lounges del club, donde comieron, con la cortina medio cerrada.