Abogada

Y como no podía ser de otra manera, Sadam Husein y su familia no han sido capturados, a semejanza de la guerra de Afganistán, en la que todo se hizo fosfatina, menos quien en su nombre y por sus maldades fue iniciada la destrucción.

Como no podía ser de otra manera, las armas de destrucción masiva no han sido localizadas. Ahora que Bagdad es del jefe de los cowboys, dicen que buscarán en los palacios del dictador para encontrar aquello que fuera el motivo decisivo, exclusivo y excluyente, para que la famosa 1.441 entrara en vigor a la voz del jefe del mundo.

¿No creen ustedes que si el dictador iraquí hubiera poseído armas de destrucción tan destructiva no las hubiera utilizado, sino para defenderse de las tropas que mutilaron a su pueblo, o aun con mayor motivo, pues era lo que en realidad le interesaba, para defender sus pocos de petróleo? Creo que, efectivamente, las hubiera utilizado, pero... puedo estar equivocada, y convencerme ahora que nos dicen que iniciarán su búsqueda como objetivo clave para él después de esta sangría.

Los peligros inminentes de utilización de armas no convencionales se hicieron realidad al presenciar que las bombas de racimo utilizadas por los americanos hicieron su efecto más letal al destruir todo lo que a su alcance encontraban.

¡Qué torpe soy!, no son esas las armas de las que nos debíamos cuidar. Las fatídicas armas son las del dictador iraquí, que todavía no sabemos dónde las esconde.

Mientras tanto, las vidas de los periodistas españoles, entre las de otros tantos cientos y cientos, ya no existen, porque proyectiles americanos las han destruido. ¡Paradojas de la vida!

No son las víctimas del Gobierno de España, son las víctimas de una familia que llorará, con lágrimas de impotencia, la pérdida de sus seres queridos. También los padres del niño mutilado llorarán porque nadie le podrá dar unos brazos nuevos.

Pero, ya tienen la libertad, y qué bendición de libertad entre tanto escombro, tanto muerto, tanta sangre y tanta desolación.

Una libertad que, después de haber tirado las estatuas de Sadam y haber colocado la bandera de tantas estrellas, posteriormente retirada previo aviso del supremo director de cine por no entrar en el guión, ya puede ese pueblo tan libre y en total libertad e impunidad, invadir y saquear hospitales, casas, bibliotecas,... pues poco importa ello si el objetivo se alcanzó y las minas de dinero se encuentran bajo la protección y los cuidados que merecen, y no esos pobres iraquís, que no dejan de ser un pueblo más de los que en el planeta existen con un destino de nada porque, ¡hipocresías aparte!, nada y a nadie importan.

Vistas las circunstancias, me encanta pertenecer al club de los ignorantes y no entender nada de política, de diplomacia y de intereses de no sabemos qué. ¿Qué intereses se supone tendría nuestro país en todo este cementerio petrolífero? Me encanta, visto lo que se avecina, que me tachen de lo que quieran por decir siempre no a la guerra, no a la sangre, no a la violencia, no a las decisiones unilaterales y omnipotentes, no a las conductas dictatoriales, aunque vistan faldones de democracia.

Nos queda ahora un tremendo semblante de expectación ante las nuevas sugerencias a Siria e Irán, siempre en íntima conexión con esa larguísima guerra que estos increíbles americanos nos tienen anunciada.