En La paz del lobo (De La Luna Libros), el lobo es Franco y la paz es la que él imaginaba para la España de posguerra. El título de la novela de Rosa Lencero describe el tiempo de penurias que se abrió en Extremadura tras la guerra civil: un mundo que su autora ha recreado con los sentidos en una historia coral que transcurre a un lado y otro de la Raya.

--Novela la posguerra, que fue tiempo de silencio.

--Lo fue, y es ahora cuando se está levantando ese velo que hay sobre la época. Aún queda mucho por hacer. Una de las personas con las que he hablado al buscar documentación para escribir la novela me dijo que era mejor que no habláramos porque una de sus hijas le había dicho que le daba miedo que contara lo que él vivió. Así pues, subsiste cierto temor a hablar del pasado.

--Usted recrea un mundo de sentimientos desgarrados.

--Más que desgarrados reflejo la penuria, el hambre, el ocultar las ideas que han sostenido tu vida porque se habían vuelto peligrosas y había que sobrevivir.

--¿Cómo llega un poeta a la novela?

--Era un reto que tenía conmigo misma rescatar esos personajes y ese pasado: unas vidas, un mundo. Y esto era algo que no cabía en el espacio de un relato.

--¿Cómo es el hambre?

--Con toda la tristeza de esa época, del frío y de todas las calamidades, todo el mundo con quien he hablado tenía presente el hambre que había pasado. Hay gente que aún tiene raquitismo o reúmas pillados a sus 17 o 18 años a causa del hambre.

--¿Qué hacían?

--Hervían las mondas de patatas y volvían a hervirlas para hacer caldos. Nada se tiraba, todo se aprovechaba; pero era la supervivencia.

--Ha escrito una novela coral.

--Necesitaba muchas voces para contar todo lo que tenía que contar, de manera que creé una colmena de personajes.

--Y rural. El mundo que describe está aún apegado a lo rural.

--En la posguerra extremeña, las ciudades no eran tan ciudades. El progreso era un germen.

--¿Es una novela de memoria histórica?

--Sí que se puede encuadrar en ese movimiento sobre la memoria histórica; pero no tuve ese planteamiento cuando la escribí.

--Usted vivió una parte bajo el franquismo. ¿Qué recuerda?

--Era un mundo constreñido y pobre. Era una Extremadura gris, atrasada. En la novela he recurrido a mis recuerdos, a los de amigos y familiares para contar lo que fueron aquellos años.

--¿Y los portugueses?

--Siempre me ha fascinado el vecino portugués. Los hemos olvidado como si fueran unos parientes pobres y lejanos y yo los reivindico en la novela.

--Ellos no vivieron una guerra.

--Pero su pobreza es como la nuestra. Es cierto que nosotros tuvimos esa guerra tan enconada y que dejó fisuras y abismos casi insalvables hasta hace poco; pero el portugués ha sabido sobreponerse a sus desgracias.