Para la niña iraquí de 14 años Abeer Qassim a Janabi, sus padres y su hermana de siete años, el monstruo de la guerra lo encarnaron el 12 de marzo del 2006 cinco soldados estadounidenses. En un espeluznante crimen, los militares violaron a Abeer, la mataron de un disparo en la cabeza y luego prendieron fuego al cadáver para eliminar las pruebas. Mientras cometían la barbarie tuvieron a sus padres y su hermana de cinco años encerrados en un cuarto de su casa, en Mahmudiya, al sur de Bagdad, y después los asesinaron.

El sábado, uno de esos cinco militares, el soldado Jesse Spielman, fue sentenciado a 110 años de cárcel por el jurado de un tribunal militar en Fort Campbell, en Kentucky. Un día antes había sido condenado por cargos de violación y conspiración para violar y cuatro casos de asesinato. Aunque la recomendación fue castigarle con cadena perpetua, la sentencia definitiva fijó la pena en 110 años de prisión y estableció que podrá recibir la libertad condicional tras sólo 10 años de confinamiento.

"ODIO AL GOBIERNO" Spielman, que tiene 24 años, no estaba acusado de haber participado físicamente en la agresión sexual pero sí de no haber hecho nada para evitarla y de haber colaborado con los otros culpables. Y, tras escuchar su sentencia, reconoció su culpa. "Podía haberlo evitado. Acepto la responsabilidad por mis acciones", dijo. Su abuela, presente en la sala, se desmayó, y su hermana estalló en gritos. "Odio al Gobierno --clamó--. Ustedes lo pusieron allí (en Irak) y ahora pasa esto".

La persecución judicial aún no ha terminado. James Barker y Paul Cortez fueron condenados a 100 y 90 años de cárcel respectivamente. Bryan Howard está a la espera de juicio y el quinto, Steven Green, se enfrenta a la pena de muerte.